Monday, July 25, 2011

Historia del perdón/MIRANDO DE ARRIBA


Difícil creer que alguien pueda perdonar la muerte de sus más cercanos. Peor ver que aquellos que se encargaron de torturar y eliminar a los suyos pasean por las calles.

Concuerdo en que a los militares argentinos culpables de genocidio debiera juzgárselos en Argentina, y no, como se pide, y quizá se realice, extraditarlos a España y Francia donde cumplirán condenas en cómodas prisiones. Pero estamos en América Latina y el concepto de justicia, más su práctica, casi se desconoce. Los gobiernos civiles no hacen nada por cumplir la ley. Corrupción o miedo, o ambos, el caso es que los dictadores de esta región la pagaron liviana. Algunos, al menos, se asaron en justo infierno como les correspondía -Somoza- pero Stroessner, Pinochet y Videla parece que morirán de viejos cuando lo que debieran tener es juicio sumarísimo y colgar como higos de la soga, porque fusilar sólo se fusila a los hombres y estos cobardes ni hombres son.

Nombres como Astiz, Serpico, confortablemente instalado en una cárcel española hoy, decoran la institución militar argentina. Sus delitos debieran ser bastantes para clausurar el ejército, colegios militares, institutos y poner a los insectos a cavar zanjas y hacer caminos. Demasiado bueno para creerlo. El día que pasen de generales a peones y ganen su pan como lo ganamos todos, se habrá logrado un cambio decisivo. Soñar no cuesta mucho.

El pequeño (por enano y por escaso) tirano Bánzer murió casi en olor de santidad, sin crímenes Al envejecer se hacen venerables y luego se beatifican. Pero yo viví los años banzeristas y escuché sus historias de horror. Cuando se entregó al guerrillero argentino Luis Stamponi a los sicarios del sur dicen que lloraba suplicando quedarse. No le sirvió. Otra argentina, Silvia Spaltro, permanece enterrada en el incógnito del campo de Sacaba; su cuerpo violado y sin pechos no obtendrá el mismo descanso que su asesino. En América Latina se olvida pronto y no se castiga. Se debiera expropiar todo lo mal habido, investigar y sentenciar. Si son doscientos o quinientos que cometieron genocido pues hay que comenzar a cavar una larga fosa común para desecharlos allí. Alegarán que es actuar como lo hicieron ellos. O eso, o mirarles sus tibias caras creyentes rezando en la iglesia, sabiendo que aquellos a los que asesinaron no vuelven más. Dejemos las gilipolladas de juicios en Latinoamérica porque nunca se harán. ¿La justicia divina? Sodoma y Gomorra son metáforas inválidas.
31/8/03

Publicado en Opinión (Cochabamba), agosto 2003

Imagen: Cartel alusivo a la desaparición de personas

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