Tuesday, October 16, 2012

Miedo a la palabra/MIRANDO DE ABAJO


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Carlos Valverde Bravo, Wilson García Mérida, dos nombres, de varios, a los que la “democracia” fundamentalista ha puesto en capilla, no porque vayan a fusilarlos, que ganas deben tener, pero aplicarles la muerte civil, acallarlos.

La lectura de la historia, la economía, otras ramas, que hace esta espantosa camarilla que gobierna, no solo peca de sobrecarga seudo-ideológica sino de miopía. Se han tomado demasiado en serio a sí mismos, han internalizado presunción de divinidad, profecía… y blindaje con naturalidad. Para ellos la patraña del 21 de diciembre, del advenimiento de otra era, otra lectura pésima (del asunto maya en este caso), conlleva la desesperación de conseguir bendición ultraterrena para el decorado que montaron. Les compra tiempo. Los ladrones de bancos miran insistentes el reloj para terminar antes de que suene la alarma. Lo mismo acá mas con anhelo desmedido de que no se acabe. Pero la historia del rey Midas no es inútil, ni la del ratero que prefirió ahogarse antes de tirar el oro que cargaba en los bolsillos y lo arrastraba con su peso hacia el fondo. Hay que aprender a leer.

Fuentes “secretas” me informan que el vicepresidente ha encargado chalinas exclusivas a una diseñadora en Inglaterra. Yo que amo el tejido andino, y que concuerdo con los especialistas que éste forma parte de un selecto y sofisticado grupo de pueblos que tejen obras de arte, me pregunto el por qué. Tal vez la burda lana de llama-oveja, irritan la delicada piel del delicado. O hemos retornado a la feria de las vanidades de Thackeray y los populares quieren verse como condes. Habría que tocarles, una y otra vez, el tango de la mascarita. El “Robespierre” andino nada tiene, ni las calzas, del incorruptible de Arras. Dejémonos de pendejadas.

¿Qué tiene que ver la palabra, los periodistas mencionados con asuntos de hilo y trama? Mucho, porque a ningún falsario le gusta que se hagan públicos sus gozos, que las cuitas las cargamos los demás. Y el gozo plurinacional no radica solo en asuntos de tocador; también en debilitar un sistema democrático, en el saqueo y la intolerancia. Quien lo denuncia es enemigo público, porque la actividad de los reyes suele creerse por encima de los hombres.

El mandarín aspira a un imperio de sumisos, de cabeza gacha y sonrisa servil. Aunque para ello tenga que convocar a los espectros del pasado, a manipulaciones de tipo religioso, a vestimentas mal dichas autóctonas, disfraces de carnaval y firmas de moda. No quiere radios, periódicos, Internet, porque los medios de comunicación acentúan según ellos la decadencia. A pesar de que por su lado los utilizan en bazofias mediáticas donde rebuznan asnos y pululan amanuenses, algunos hasta con pomposos cargos de jefes de re(f)acción.

Cuando se ha dominado todo, ante la ausencia de oposición firme y permanente, los autócratas podrían sellar su paraíso, pero tienen el problema de los reacios a doblar la cerviz; peor si piensan, y peor si dicen o escriben. Sucedió con Hitler y con Stalin, con Lenin y Mussolini, con el poeta Mao. Cómo no con estos pensadores descalzos, adláteres de cualquier idea, descastados y mínimos, adalides de la ignominia.

Le cortan espacio a Valverde; García Mérida se refugia en Brasilea, al frente de Cobija. Victorias pírricas. Estos periodistas no actúan por pago. Defienden lo que creen justo defender. Y ahí radica su solidez y diferencia. El gobierno solo puede comprar, con cargos o dinero, voces destempladas que no saben para qué hablan, solo el por qué contante de su precio. A desalambrar, cantaba Victor Jara, a levantar los postes que siembran los poderosos. Cuidado, a los que ponen y a los que remueven, que el alambre de púas hace giros inesperados y se introduce en la carne, destrozándola.
15/10/12

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Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 16/10/2012 

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