Saturday, January 5, 2013

El Mayorazgo

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Cochabamba.

No hay sino polvo. Las plantas se decoran con tierra. Un fantasma, sombra de Guzmán, amigo muerto de mi padre, habita entre las hierbas y el Río de la Caca.

Allí anduvimos, mi hermano y yo, cada junio de mañana, camino del sunchu que ardería en San Juan. Ha cambiado. Mi mano es un mudo lapicero norteamericano; Armando está turbio también. No pisamos más la infancia. San Juan son juegos leves de memoria y sin calor. La falda del cerro cambió el amarillo del sunchu joven por ridículas casonas criollas. Y sin infancia no hay patria, sin asidero ni pies felices que entonces eran pobres e inocentes.

Que no se nos olviden los años, que vengan por el teléfono, los domingos, con la voz de los padres. Con ellos ríos y eucaliptos.

En Cala Cala enterraron las aguas de bajada. Con ellas mis brazos y mis imaginarios barcos que competían con otros en las acequias.

En la infancia grande de los veinte años, la región se cubrió de licor. Sobre la vieja casa del Mayorazgo ha quedado Raúl Choquetaxi, subido a la ventana en un segundo piso de vegetales. Nuestros ojos ven desde allí a una vieja con baldes que desaparece loca de puerta en puerta.

Dicen que en aquella casa durmió Bolívar, aunque su memoria es tan seca como los árboles. El adobe, ancho y vetusto, se arruga. La casa rectangular se ovala. En el atardecer permanecemos con Raúl colgados del empapelado barroco, restos de un mundo y con restos de mierda.

Harán una calle. Será extraña. No sabré dónde están casa y país. Pero se aproxima una hija y sobre mis muertos sueños levanta vivas imaginaciones.
¿1990?

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Publicado en Primera Antología Prosa, Unión Nacional de Poetas y Escritores, Cochabamba

Foto: Casona restaurada de El Mayorazgo


3 comments:

  1. Agradablemente sobrecogedor, como toda buena nostalgia de infancia..Rica lectura.
    Las aristas y el empapelado volvieron estimado Claudio, MAS tristemente permanece aún la mierda descrita y ahora celebra con regular frecuencia en sus ambientes restrictos, reuniones con autoridades de su bancada y claque, banquetes, festejos y hasta pernoctes de intensa lujuria, dicen las malas lenguas. Mal uso de otro bien común.
    Saludos y gracias!

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  2. Para un destino tal mejor se hubiese quedado en ruinas. Lo triste en Bolivia es la absoluta falta de respeto por el pasado. Se vocifera, se suelta la verborragia para hablar de nuestra herencia, india, mestiza, europea, para solo pisotearla una y otra vez. Y, como más o menos decía Roa Bastos, quien no mira atrás no tiene futuro. Gracias Jorge y Achille por las lecturas.

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