Monday, April 25, 2011

O Cangaceiro/ECLÉCTICA


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

El cangaço o bandidaje en el nordeste del Brasil de fines del siglo XIX hasta 1940 resulta, entre muchos aspectos, de una pobre condición geográfica. La escasa tierra rentable pertenece a una casta de coroneles mientras la multitud apenas sobrevive.


Permanente sequía, desigualdad de condiciones desarrollan una particular idiosincrasia nordestina, mezcla de misticismo y rebelión que se manifestará en diversos focos que combatirán indistintamente al gobierno, a los yagunzos o capangas pagados por los terratenientes, pelearán entre ellos por feudos ilusorios, saquearán los pueblos de la región, además de trabajar, dado el caso, como fuerza represora al servicio de los ricos. A diferencia de casos similares, en México, España o la Argentina, los cangaceiros brasileros carecen de estructura ideológica o de un ideario aportado usualmente por elementos ilustrados de las ciudades e infiltrados en la lucha. Un ejemplo palpable fue Lampião, el más famoso, que acudió al llamado del ya mítico padre Cícero en el nordeste para integrar el Batallón Patriótico que combatiría a la Columna Prestes. Pobres atacando a pobres, al lado de reaccionarios y curas. Es que el cangaço tuvo estrecha relación con la religión y, sobre todo, con los beatos que abundaban en el sertón. Está Canudos, destruida en 1897 por los batallones del ejército, que en nombre de Dios, del depuesto emperador y contra la república, aguantó y derrotó eventualmente a las fuerzas republicanas, teniendo, sin embargo, netas reivindicaciones sociales. Tanto Canudos como situaciones anteriores y posteriores contaron con el apoyo de grupos del cangaço en otra muestra de la ambigüedad del bandidaje en el Brasil.


Virgulino Ferreira da Silva (1900-1938), llamado Lampião, se alistó en el cangaço de Sinhô Pereira de muy joven, luego de pagar una venganza familar. Hasta el año que cayó, junto a su esposa María Bonita, en una emboscada de las "volantes" policiales, tuvo en vilo al nordeste y creó una leyenda. Ya muerto, y puesto que los líderes populares tienden a eternizarse en la memoria del pueblo, él y María fueron decapitados y sus cabezas expuestas por casi treinta años en un museo de Salvador, Bahía. Joseph A. Page, profesor de Georgetown, cuenta en su magnífica obra "Brasil, el gigante vecino" que el año 63 él y un acompañante sobornaron al portero de la Universidad de Bahía para que les mostrase los macabros restos de la pareja que se habían depositado allí como atracción turística.


A Lampião le sucedió su lugarteniente capitão Corisco de São Jorge, cuyos últimos días describe el cineasta Glauber Rocha en el surreal a la vez que dramáticamente poético filme Deus e o Diabo na Terra do Sol (1963) donde Corisco, cansado de guerra y presto a morir, perece en singular combate con Antonio das Mortes, matador de cangaceiros, hombre que cobra por matar pero cuyas reflexiones y similar cansancio lo hermanan con su víctima. ¿Dónde está Dios y dónde el Diablo? Parafraseo al cangaceiro para decir que la tierra sólo tiene valor cuando se toman las armas para transformar el destino. No es con un rosario que se logra sino con un rifle y un puñal.
29/10/03

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Publicado en Los Tiempos (Cochabamba), octubre, 2003

Imagen 1: Cubierta del disco de la banda original del filme O Cangaceiro (Lima Barreto, 1953)

Imagen 2: Lampião y María Bonita con cangaceiros del nordeste

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