Sunday, May 19, 2013

El equilibrio sirio/MIRANDO DE ABAJO


El gobierno de Assad está condenado desde hace mucho. Sobrevive porque hay demasiado en juego para terceras –y poderosas- partes. Finalmente pareciera que Israel ha decidido acabar con la infame balanza económico-política que ha permitido a un jerarca asesino mantenerse en pie, a pesar de la sangre dilapidada. Ya nadie llama, por los tremendos errores de la administración Bush, Eje del mal a este grupo de autodenominados revolucionarios, pero si tal Eje existe, la Siria de Assad es sin duda uno de los puntales.

Se habla, y no sin razón, de las jugarretas del imperio, de los dobles estándares, etc. Pero de pronto, en un mundo en que no se distinguen ya, quizá nunca lo hicieron, el Bien y el Mal, hay el menor de los males, por diversos motivos que incluyen estables democracias en oposición a tiranos cuasi medievales, ambiciosos de eternidad. Sucede entonces que un ataque, supuestamente defensivo a pesar de los últimos acontecimientos del lado de Israel, sirve. Alegar que Hezbollah es un bastión árabe en contra de la ocupación judía es argumento que ha perdido peso. El enemigo se encuentra hoy en los fundamentalistas islámicos que desean frenar el imprescindible e inevitable avance hacia el futuro, incluyendo el de su misma gente, o sobre todo de ella; inhabilitarla para el porvenir.  Ellos han devorado lo que de épico y justificable podían en su momento haber tenido Hamas y la milicia libanesa. Se acabó, el poder de Irán y los ayatolas desmitifica cualquier movimiento que tuvo visos de gloria. Quebrar a Siria es quebrarle parte del espinazo a los iluminados de Teherán.

Ahora bien, Kadafi fue accesorio para las potencias. Se le perdonó lo imperdonable. Cuando se transformó por megalómano en inservible, vimos el resultado. Es que quizá para el hombre común no hay otra forma de ver lograda su ansia de castigo. Sucedió en Serbia, en Libia, en Bagdad y ha de ocurrir en Damasco. Cuando el brazo del pobre no alcanza, o no existe el de Dios, bien vale el de los poderosos y sus razones pasan a segundo plano. Cualquier borrón, si lo que se borra es un trágico esperpento, se acoge con alegría. Bien sabemos que otro lo reemplazará, y que mientras sirva a quien domina ha de permanecer. No creemos en milagros ni en justicia, pero qué bien sabe la venganza así el análisis sugiera que ni se hable de ello. Básicos son nuestros instintos, básicos los placeres, y el de dañar a quien nos daña, extático.

Obama, a quien acusan de suave, calcula. No sabemos si el bombardeo judío a instalaciones militares sirias forma parte de su estrategia inmediata ante las nuevas circunstancias. Utilizar a Israel, que a su vez usa a los Estados Unidos, podría ser la mejor salida. De todos modos, como se dijo en principio, da la sensación de que el destino de la dinastía en Damasco se ha sellado. Un fin que tiene que ser drástico, aunque eso no cambie las circunstancias ni las previsiones del futuro. Los Assad deben ser ejecutados, como lo fue el libio, y como se ha hecho con otros, recuérdese Tsarkoe Tselo, no porque el acto en sí solucione nada, pero un precio demandado en el altar de sacrificio al que nos hemos acostumbrado desde el inicio de la historia, e incluso en el mito.

La sangre no vale nada; menos si es la de otros. Hay sangrías que semejan eternas, dígase Corea, y los que carecen de mando se someten a la voluntad divina o al azar para cobrárselas un día. Grandes juegos de poder en las alturas. Minucias de sangre y odio en la tierra. La combinación de estos derriba torres e instaura reyes. En el aire se eleva la piedra de jade del sacrificio, un pacto antiguo y oscuro, e interminable.
05/13

_____
Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 14/05/2013

Fotografía: Soldado leal al régimen de Assad en Homs (AFP)

No comments:

Post a Comment