Thursday, October 10, 2013

Confesiones emigrantes

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Se dio la casualidad de una visita del embajador norteamericano a casa. Él había sido alumno de mi padre en Columbia, Missouri, y tenía, como todos sus otros compañeros, una afición rayana en idolatría hacia mi progenitor. Fue en el 65 y esto ocurría el 88.

Ofreció una visa para el hijo descarriado y alisté maletas. Dejé el trago y los espectros femeninos que aterrorizaban mi Cochabamba y partí con rumbo nuevo. De Norteamérica guardaba una historia rica, hechos y personajes sobre los que constantemente hablaba y escribía, y, tal vez, para mí, la mejor literatura. Desde muy niño leí a Mark Twain, y se me ofrecía la posibilidad de ir allí, sin colas inútiles ni preguntas indiscretas acerca de mi condición económica.

¿Qué buscaba en Norteamérica? Era el país de Ronald Reagan, lo cual decía poco de su capacidad reflexiva, pero también el de Thoreau, de Demspey y Cassius Clay. Emerson, los dos Crane -Stephen and Hart- Dos Passos, Hemingway, Faulkner, Anderson y las fascinantes sombras de Poe y Lovecraft. Cómo no ir.

En Bolivia viví como niño rebelde. Estaba cansado de eso. Ahora el desafío se presentaba con un invierno atroz; el poco dinero que llevé lo agoté en putas. Me hice de una leñadora amarilla, una boina; traía botas  y me lancé a la brega diaria. A vivir con las manos, con el trabajo a pulso, a huevo como dicen, a la manera en que se formó esta nación, incluyendo sus literatos, que creo salvadas excepciones fueron siempre hombres de acción, no de té rummy ni mamitas ni abuelitas.

Desde esa perspectiva, la de buscarse escritor mientras se vive, contemplé Bolivia y sus características, su literatura, deseando que sucedieran quiebres importantes en ella, maldiciendo la condición de apatía y bucolismo que las circunstancias le crearon, pero también la idiosincrasia. No es que haya mejores y peores, pero mi elección, con mucha suerte de por medio, creo que fue la correcta, la de explorar otros mundos que sumados a mi pasado bien podrían dar algún fruto.


01/13

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Fotografía: Chema Madoz

2 comments:

  1. Fascinante trajin de fascinantes vivencias, Claudio. Matices q ni imaginan los q dicen, los q acusan q la distancia nos sume a los -eventualmente- Odiseos en la anodina complacencia. Q saben los complacidos con la anomia, de ese cordón umbilical q ninguna distancia corta, por muy duras y cojonudas hayan sido las escalas. Porque aunque muy lejos de la prima casa uno vaya, todo acaba siendo un nutritivo periplo. Y si, muy cierto: No hay mas auténtica voz que aquella d quien ha sufrido mil infiernos y ha sacado d ellos, pateándole el culo, al mismo Coludo.A mano limpia, a "pulso", como solo los grandes saben. Abrazos, estimado Claudio.

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  2. Como en Vallejo, Achille, ni padre, ni madre, ni sírvete ni agua. De eso aprendí. Abrazos.

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