Claudio
Ferrufino-Coqueugniot
13 de marzo, dos años atrás.
Ronald, Julito y yo, viendo danzar mujeres en un escenario. Estrellas de colores que caen de los senos y quedan como monedas dispersas por el suelo.
Muchachas hermosas, tres minutos para cada una. Los hombres, jadeantes, se ponen dólares entre los dientes y se arriman al tablado. Compran contorsiones, sexos abiertos como cuchilladas en la noche.
Está prohibido tocar a las mujeres y Ronald toca. Unos cuerpos muy grandes nos arrastran por el piso. Nos enojamos y en la oscuridad se hace un eco de vidrios rotos.
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Publicado en Opinión (Cochabamba), 01/11/1991
Textazo, querido amigo. Sucedió algo parecido en mi viejo texto Regine, ambientado en los arrabales prostibularios del puerto de San Antonio. Estaba prohibido tocar, pero un amigo tocó y quedó la escoba. Aprovecho de enviarte el más afectuoso saludo de cumpleaños.
ReplyDeleteJaja, gracias, querido Jorge. No contaban los gringos entonces que habían arrastrado por los pies a unos belicosos bolivianos. Les destrozamos el ventanal y corrimos, corrimos.
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