Saturday, November 23, 2013

México en Elena Poniatowska/BAZAAR

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Elena Poniatowska, con rostro europeo y apellido de noble polaca es, ante todo, una gran mexicana, quizá la mejor novelista actual de aquel país.

En La flor de lis, a su manera una autobiografía, o las memorias de cualquier niña blanca en el aindiado México, ella deambula por escenarios de recalcitrante afrancesamiento, y, sin embargo, cuando la protagonista, pequeña e inteligente muchachita, se refiere a la tierra mexicana, lo hace con un cariño tan sutil que conmueve.

En Querido Diego, reconstrucción de las cartas de la esposa rusa de Diego Rivera a él, de Europa a México, el desprecio por la ingratitud y el egoísmo del pintor no impiden que a la vez uno sienta en este controvertido personaje toda la grandeza y hermosas contradicciones de la nación de Juárez; como decir: a pesar de todo, México y los mexicanos son maravillosos.

A Elena Poniatowska le llevó casi diez años redactar su novela-biografía de la fotógrafa, amante, mujer, política y revolucionaria italiana Tina Modotti, cuyo destino estuvo íntimamente ligado al México postrevolucionario de fines de los años veinte, al de Cárdenas y al de Trotsky; al de los poetas y escritores Salvador Novo, José Revueltas y otros, y al de sus grandes muralistas. Pero más que recopilación de nombres famosos o de hechos notables, lo que sobresale es ese intimismo deslumbrado y amoroso por el pueblo indio, sus soles y casas, o la alucinación por los volcanes, el Popo y el Ixtla que iluminaron a Malcolm Lowry, antes o después, eso no importa.

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Publicado en Opinión (Cochabamba), mayo de 1996

Imagen; Escultura mexica de un hombre sosteniendo un fruto del árbol del cacao. 


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