Tuesday, November 14, 2017

Rateros, traidores, violadores, pedófilos/MIRANDO DE ABAJO

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Recuerdo a Gary Hart, político demócrata que contaba con serias posibilidades de llegar a la presidencia de Estados Unidos. Cayó por la minucia de una amante, algo que en Francia hubiese sido pan de cada día. Francia no lo justifica, claro, pero a lo que se va es que la supuesta moral calvinista del país del norte parecía sólida, se había afianzado luego de los turbios tejemanejes amatorios de los Kennedy. El general David Petraeus, también director de la CIA, renunció por un asunto extramarital con su biógrafa. El poderoso Newt Gingrich tuvo entre las cosas que minaron su ascendiente una relación fuera de matrimonio mientras perseguía la de Bill Clinton con la señorita Lewinsky. Pues, en apariencia, las bases de la decencia norteamericana eran inconmovibles. Se oía, siempre en un país inmenso, de algún político menor que decapitaba su carrera por affaires de nalgas.

Entonces llega Donald Trump, largamente asociado como hombre de negocios a escabrosas historias de sexo y romance. Participante, además, de un par de softcore porno filmes de la revista Playboy. Su dinero le garantizaba impunidad mientras fuese ciudadano común; entrando en el terreno político ello impediría de seguro su éxito como candidato.

No fue así.

Apelando al populismo, Trump desarrolló una plataforma que en apariencia rescataba al norteamericano medio: rural, proletario, para sumarlo en una retoma de la fortaleza elitista en que se había convertido Washington. Narraciones de sus excentricidades, tanto en dinero como en cuerpos, no pesaron entre gente que solo quería mejorar, que se sentía avasallada, invadida, por una muchedumbre de extranjeros que les quitaba el sustento. ¿Qué importancia tendría para esta gente que el magnate se alabara de la facilidad con que podía agarrar genitales femeninos? Es algo común entre el pueblo, y no implica el drama que se hace en  las urbes al respecto. Desnudaba esta retórica que todo aquello relacionado con abuso sexual y sus variantes era problema de ricos, jueces y políticos urbanos definiendo leyes que obviaban, soslayaban, a los que vivían fuera de su área de poder. Trump proponía otra visión, más real, descarnada y permisiva, la del hombre de la calle que no tiene tiempo para indagar acerca de los problemas legales que podría traer algo así. Fuera del macrocosmos de otras propuestas en economía y más.

Hoy el juez de  Alabama, Roy Moore, inicialmente no respaldado por Trump en las primarias republicanas del estado, sufre el embate de sus vicios de juventud (pedofilia) –que niega-. Resguarda su defensa en cuanto al tiempo que tomó para que estas denuncias, de varias décadas atrás, se presenten justo antes de la elección para senador por Alabama, que está seguro de ganar.

Otra es la vara con que se mide la pedofilia o la violación en la Era Trump. La sordidez del jefe supremo, la ilimitada corrupción de sus allegados y familiares, historias de putas –incluida la de su esposa, Primera Dama del burdel ahora-, no importan; las reglas se han relajado y la masa popular que lo sigue, compuesta por fanáticos religiosos, alcohólicos, nazis, campesinos, trabajadores y lumpen, vagos y marihuanos ha decidido que nada es más importante que los símbolos: la Patria, ante todo, aunque esta sea ofertada, vendida y regalada a participantes foráneos que en primera instancia quieren destronar el aura de equidad y justicia que el país se desvivió por crear ante la mirada ajena, para luego apoderarse de sus despojos.

El sueño mayor de Donald J. Trump es inaugurar en EUA un liderazgo al modo de Kim Jong-un, a quien desdeña, ataca y admira. No se ha llegado aún al extremo de pedir cambios constitucionales para permanecer en el gobierno a la manera de su sosías andino: Evo Morales, pero llegará a tiempo de la segunda, o tercera elección en unos años. Por ahora sirve rodearse de la soberbia chusma billonaria de su entorno, y de la otra chusma, la desposeída, como pilares del estupro general.

13/11/17

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Publicado en EL DÍA (Santa Cruz de la Sierra), 14/11/2017

Imagen: Jacques Callot/Detalle de Las tentaciones de san Antonio, 1635

2 comments:

  1. El parecido es asombroso entre la administración Trump y su par plurinacional. Despierta cierta admiración en el pueblo llano, la masa fanatizada, el lumpen al completo, esa coleccion de aventuras sexuales y demàs repulsivos escándalos de la jerarquia gobernante. El último caso que se ha destapado en Bolivia es por demas escabroso, cuando un fiscal paceño fue denunciado por violar a su propia hija adolescente. Como estàn las cosas en este insólito mundo del revés, ya no extraña a nadie.Saludos.

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    1. hasta ahí llegó la revolución, se detuvo en el violador nica y su par boliviano adicto a la pedofilia. Por ahí leí un lúcido texto que anunciaba que estos fueron, y no los yanquis, los que mataron al Che. Saludos.

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