Claudio
Ferrufino-Coqueugniot
Teodoro, desde
Camiri, me escribe el 30 de junio. Tiene 59 años (yo 58), 3 hijas, 2 nietos.
Mucho por qué vivir.
Dice que me lee
siempre en EL DÍA, y que últimamente ha sentido como que yo estaba bajando la
guardia, casi despidiéndome de este mundo. Asegura que mi mochila no está aún
llena para “subir arriba”, supongo que refiriéndose al cielo. Aunque discrepo
con que haya un espacio para mí en ese éxtasis cristiano, agradezco las
reflexiones de un lector desde un lugar tan alejado.
Despidiéndome…
Pues, Teodoro, tiene razón en que eso es lo que querría, al menos en un momento
de este mes devastador. Pero “he almorzado solo ahora” (César Vallejo) y notado
que la fuente de las lágrimas se ha secado, que llega la hora de la hombría,
que la niñez, el pecado, la culpa, tienen que ceder ante las atribuciones que
tenemos como padres, hermanos, amigos, ciudadanos; esposos si es el caso. Peor
(o mejor) si alguien en el fin del mundo reclama que mi voz ya no es solo mía,
que cuando abrí la boca para protestar me hice colectivo y puse una mácula
distintiva en la solapa de mi paletó.
Habla Teodoro de
los jóvenes. Piensa sin duda en sus nietos y en lo que implicaría para ellos
existir bajo infalibles monarcas, dueños de sol y sombra, del alumbramiento y
de la muerte. Así, claro, no se puede vivir, no se debe. Se refiere a mis
textos, a mi “combatividad”, y me avergüenzo de pensar que en esa trinchera me
acurruqué a penar, como si el fin de un ciclo significase la debacle. Recuerdo
la última cirugía de alguien muy querido, cuando me explicaban que si el
estómago estaba gris tenía que ser extirpado, en parte o todo, según. Que el
color rosado mostraba la vida activa y el gris lo opuesto. A extirpar lo gris,
entonces, y a afinar la puntería desde ese foso solitario de francotirador. Uno
no lo hace por el beneplácito público sino por convicción personal. Olvida, sin
embargo, que la letra se lee, y que alguien por ahí se forma idea de lo que
eres y te cree. Ya es un riesgo hablar y publicar lo acrecienta. En las sombras
ni sabes quién cuenta contigo, alguien ajeno a tus debilidades y minucias,
alguien al que interesa la esperanza del mensaje, que anhela un futuro para los
niños suyos, que no sabe o no puede defenderse.
Provincia
Cordillera, Camiri. Una persona al menos espera los martes mi columna semanal
en El Día. De pronto, acostumbrado a guerrera verborrea, ve que su escritor se
derrumba, que había sido de barro y no de fierro, y piensa -de seguro- en que
confió en una fortaleza falaz, que aquel pasquinero era ilusorio.
Habla de un dejo,
una premonición de fin, y de que no puedo segar el apoyo que daba a personas
como él porque no era justo. Me pregunto ¿y el apoyo mío? ¿y la falta de besos?
Beso soy, sombra con sombra, Beso, dolor con dolor, anotaba Miguel Hernández
desde la hombría, y me acojona pensar -o saber- que soy menos de lo que
pregono. Ahí entra la ética del combate (¡!) y a ajustarse las bragas. Hombre
bragado, decían en la revolución mexicana, y mi hermano Armando me vapulea con
la cantaleta de que venimos de héroes, y que hablando de mí ¿dónde están?
Abuso, cinismo,
gobierno como reino. La gente se cansa pero no tiene voz. Busca en el espacio y
encuentra que no todos callan, y no todos permanecen. Escribe, luego, a aquel
muy al norte, en el límite donde el frío ahoga al calor y le recuerda su tono.
Teodoro de
Camiri, provincia Cordillera, Santa Cruz, una nota para afirmar que estoy vivo.
Que las penas vahos son. Oscurecen y al menos hoy no matan. Que vuelvo a tomar
el fusil sin mirilla y atrapado por el orín, pero que todavía dispara.
09/07/18
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Publicado en EL DÍA (Santa Cruz de la Sierra), 10/07/2018
Imagen: Ilustración de un arquero en el Luttrell Psalter siglo XIV.
eXCELENTE TEXTO, TREMENDOS Y PROFUNDOS SENTIMIENTOS. TE QUEREMOS CLAUDIA, EN MUCHAS PARTES DE ESTE ABSURDO MUNDO, TE QUEREMOS Y GOZAMOS CON TU PALABRA ERGUIDA, VERGA ALZADA EN COMBATE CONTRA LO ESTÁTICO,INTOLERANTE Y DOGMÁTICO. TE QUEREMOS SIMPLEMENTE PORQUE NOS DA LA GANA DE QUERERTE.
ReplyDeleteLAMENTO LOS ERRORES DE DEDO...
ReplyDeleteGracias, querido Fernando. Es bueno saberlo. Va un abrazo a otro combatiente irreductible como tú.
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