Wednesday, July 11, 2018

El traidor/MIRANDO DE ARRIBA


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

El 20 de abril de 1967, en Muyupampa, el ejército boliviano tendió una emboscada en la que cayeron detenidos el pintor argentino Ciro Bustos y el intelectual francés Régis Debray. El Che, en su diario, había escrito poco antes: "El francés declaró con demasiada vehemencia lo útil que podría ser afuera". Guevara desconfió, sin equivocarse, que aquel brillante joven, tan ajeno a la realidad latinoamericana a pesar de su retórica, no quería fajarse en el monte. Bustos, por el contrario, ya lo había hecho.

Sobreviviente de la desastrosa guerrilla salteña donde había perecido Masetti, cumplía un papel de enlace importantísimo en el proyecto guevarista de la revolución argentina. Por ello aceptó, en silencio, por treinta años, el oprobio de ser el supuesto traidor que entregó al Che.

Defendieron a Debray y pidieron por él importantes que iban desde Sartre hasta De Gaulle. Este último, opuesto con la línea marxista del escritor, consideraba un deber patriótico sacarlo de las garras de los matarifes bolivianos y los apátridas asesores de la Central de Inteligencia norteamericana. Cabe anotar, hoy, que Debray, ya curtido en las lides de fama y gobierno, ha tornado admirador del ya fallecido líder galo –aparte de ser defensor de la disuasión nuclear francesa, y demás asuntos nacionalistas y de derecha que lo alejan de la "vergüenza" de sus años cubanos. Nadie pidió por Bustos. En este mundo parcial hay también intelectuales y guerrilleros tercermundistas; un pintor argentino no vale la décima que un neofilósofo francés. Así de simple.

Si bien Ciro Bustos eligió el silencio para proteger sus contactos o una abstracta revolución, el tiempo se ha encargado de destapar la historia y de presentar a un Debray diferente que entra en acuerdos con el ejército de Barrientos. Los jóvenes directores Erik Gandini y Tarik Saleh realizaron el año 2000, en Suecia, un documental titulado "Sacrificio" que reivindica la vida de Bustos y sugiere que quien vendió al Che fue Debray y no él. Se presenta una carta del francés a su abogado recriminándole haber hecho público su trato con los militares, además de entrevistas al agente Félix Rodríguez y al igualmente cómplice en el asesinato de Guevara, Gary Prado que confirman lo dicho. Luego, los amigos de Debray que enlodaron a Bustos no supieron aclarar para el mismo filme el origen de sus versiones.

Resulta, a la larga, que aquel pensionado argentino que pasea su soledad por las calles de Malmö vale más que toda la cháchara mentirosa del nuevo Delfín.
7/12/03

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Publicado en OPINIÓN (Cochabamba), 08/12/2003

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