Friday, July 6, 2018

TRES HOMBRES Y UNA MUJER


Claudio Ferrufino-Coqueugniot


El refrigerador suena como un pulmón. El 4 de julio y sus banderas han dejado la modorra de resabio. Sangrantes hamburguesas y metafísicos perros calientes. Frijol dulce y choclo en marlo.

No salimos a trabajar hoy. Atisbamos el paso de nadie por las persianas cerradas. El ambiente pide música pero me la he prohibido por ahora. Leo distraído o no leo. Me alegro que Bélgica le gana a Brasil. Converso acerca de irse a vivir a Europa. A Bolivia… ya no hay salida ni escape.

Zara escribe desde Francia que detesta los hombres débiles. Será que débil es lo opuesto de musculoso o que a pesar de los músculos el débil llora. Dice, sin embargo y en son de triunfo, que tenía razón. El tren se aleja hacia Lyon y en el andén varios hombres sollozan la partida del amor. Manejo en medio de un complejo de apartamentos. Se supone que al menos tres mil personas viven allí. Pero un chanchito de goma, rosado y gordinflón continúa echado en el mismo lugar por dos décadas. Esas sombras no se mueven.

Quiero recurrir a Cioran pero el revoltijo de la fuga dejó espacios vacíos. Tardaré un tiempo en sopesar las pérdidas. Rompo mientras tanto un afiche de actuación en SP. Lo hago con fruición, como comiendo un chocolate. Un gato rojo maúlla y músicas de cabaret, de mujeres de cafetín, traen aires de lupanar. La acompaño, le pido, robo y tengo un beso en la puerta de la casa de su marido. Otro día la ven las barrenderas en fornicación con otro en un garaje metido: polera arriba, sostén arriba, calzón abajo, falda en el estómago, y el verraco que puja y puja a la manera de una gata de automóvil. La mujer desfallece, luego se arregla y por las piernas, susurra, el esperma le quema la piel cayendo en gotas. Llega a casa, el esposo le pide un beso de cuatro de la mañana. Sudas, le dice, mientras sus dedos tocan la entrepierna mojada. Eres tú, le contesta ella, por ti me mojo, escurro y sudo. Y abre los muslos a la manera de los pollos, y sube los pies y el hombre remoja su sexo en el jugo del sexo del otro y goza. Estás diferente hoy, afirma, muy húmeda, pegajosa. Creo que desleché más de la cuenta, que andaba cargado. Se mete en la cocina, fabrica un café, y ella sube las gradas chorreando un esperma frío y otro tibio, y pensando en el beso que dio a aquel que no pedía vulvas sino solo caminar junto a ella y olerla como a cedrón.
2018


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Ilustración: Jerome Caja




2 comments:

  1. Un poema espermático. Qué buenas imágenes, querido Claudio. Un abrazo grande.

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  2. Titulo prometo mucho, crea expectación pero el bla-bla de los párrafos la disuelve, y sientes que quedas solo con aire entre medio de los dientes, y eso no ocurre muy a menudo en un 4 de Julio....

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