Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Dos premios
Rey de España, un Ortega y Gasset, otros locales, Roberto Navia Gabriel es una
extraña joya en un país no habituado a tenerlas. Talento, humildad y… valentía,
mucha, tanta como para meterse en el Chapare y publicar una magnífica y
controversial crónica sobre los linchamientos en la zona. Texto llevado al cine
documental en España con éxito.
Con Roberto
no nos hemos visto nunca, y sin embargo tenemos una amistad tan estrecha que
parece que hubiéramos sido vecinos desde chicos, aunque es menor que yo. Eso
habla de su bonhomía, su hombría de bien, que en su momento el año 2013 nos
llevó a una aventura editorial en el campo de la crónica: Crónicas de perro andante, se la llamó, y es un grato recuerdo de
una interacción entre un maestro y un aprendiz que nos llevó a ser tan
cercanos.
Roberto
siempre sorprende, es incansable y creativo; imagen cierta de lo que un
periodista debe ser. Reportero del frente, de las trincheras. Este no es hombre
para emboscarse y brillar con brillo prestado. Estamos ante un ejemplo de
profesionalidad y un modelo de persona. Los premios solo reflejan lo que sus
lectores sabemos, que estamos ante un fenómeno que recién comienza a encaminar
sus pasos. Si hasta ahora, aún sin tropezar, ha llegado a donde está,
imaginemos lo que viene luego. No se malinterprete, Roberto es ya un consumado
cronista, pero es joven, y ahí radica su gran futuro. Estamos ante el inicio de
una larga y magistral carrera. Debiéramos reconocerla, mantenerla con nosotros,
aprender a respetarla, colaborar con su obra en lo posible. Y es nuestro.
02/2019
Publicado en EL DEBER (Santa Cruz de la Sierra), 18/02/2019
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