Saturday, January 2, 2010

Déjà vu/NADA QUE DECIR


Hoy, enero 2, 2010, empieza con la usual noticia de los arrebatos del fundamentalismo islámico. En Dinamarca, en la ciudad de Aarhus, un somalí de 28 años ingresó en casa del caricaturista Kurt Westergaard con ánimo de asesinarlo. No
lo logró porque el artista y su nieto se encerraron en el baño. A la alarma de auxilio acudió la policía que hirió al demente cuyos antecedentes lo ligan a Al-Qaeda y a la organización terrorista al-Shabab. Westergaard fue quien dibujó al profeta (Mahoma) con un detonante en la cabeza, enloqueciendo a la recua islámica como antes lo hicieran Salman Rushdie y Theo van Gogh (este último muerto por otro de estos llamados mártires de altamente reprimida sexualidad).
La historia no es nueva, y sus desvaríos tampoco. Ya que mi
mujer lee ahora los poemas de Ana Ajmátova en traducción
portuguesa, se me dio por recordar a Nicolás Gumilyov, el
gran poeta ruso, que fuera su esposo. El calvo Lenin ideó -
del mismo modo que Yugachvili/Stalin en el futuro- un
complot que le serviría de pretexto para deshacerse de una
parte de la intelligentsia a la cual odiaba. Ese temprano
ayatolla soviético fue quien sentó las bases, y lo activó,
del terror rojo que llevaría a Rusia hasta el desastre.
Gumilyov -fusilado en 1921- comienza una lista de notables
que el comunismo se ocupó de barrer.
Las tres cabezas visibles de tan detestable práctica, a
decir Lenin, Trotsky, Stalin, a pesar de la larga
supervivencia de dos de ellos, no murieron en paz. Lenin se
terminó pronto, a consecuencia de las heridas de un atentado
el año 18 a manos de la heroína libertaria Fanny Kaplan,
posteriormente ejecutada. Trotsky murió a causa de un
peligroso sombrero que le incrustaron en el cráneo. Así
acabó el represor de Kronstadt, de quien desconfiaba Rosa
Luxemburgo. Stalin murió cagándose en los pantalones, hecho
una piltrafa. Su poder total no alcanzó ni para controlar
el esfínter...
Sin embargo el aparente castigo que a veces tarda pero llega
no nos libra del peligro de las prédicas fundamentales. Más
y más avanza por el mundo una rama intolerante del islam.
Occidente, en combate con un discurso que desea su
aniquilación, desdeña las soluciones inteligentes y crea
guerras (de orden económico pero cuya nota ideológica apunta
en contra de los fundamentalistas) que avivan en lugar de
enmohecer la lujuria asesina de estos individuos. Incluso
de manera pacífica penetran las sociedades occidentales
haciéndolas retroceder en sus reglas, obligándolas a aceptar
-en nombre de corrección política- aspectos (como el velo
femenino) antes impensables. Se oponen a la separación de
iglesia y estado, a la libertad de opinión, a la igualdad de
los sexos, al derecho a la educación. Cuando se los quiera
extirpar será ya tarde; habrán logrado fomentar su
oscurantismo por el orbe.
Bolivia no está exenta de fiebre similar. Y no porque la
visitara el monaguillo ese de Ahmadinejad, sino porque antes
y en el gobierno otra vez electo, corren aires de
estulticia, confusiones de historia y mesianismo, de
materialismo y lecturas de coca ¿espiritismo
neoincaicomarxista? Extrañeza, estupor, inercia al final
viendo el estrado donde se desarrolla una comedia macabra
que ejecuta sin misericordia un país apenas en formación.
Pero alguna brillante mente del masismo dio con la alegre
solución: una bebida a base de coca, la Coca-Colla, que
abre nueva era de recalcitrante estupidez.
2/1/2010

Publicado en Puntos de vista (Los Tiempos/Cochabamba), 3/1/2010

Imagen: Jean Dubuffet/Situation LXXIII, 1979

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