Saturday, January 9, 2010

El Viaje sentimental de Viktor Shklovski


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Muchos son los escritos sobre la Revolución Rusa que aparte de colmar las expectativas históricas dejan el placer de la buena literatura. Los relatos de Babel: del 1er. Ejército de Caballería en la frontera polaca; los de Odessa, del barrio de la Moldavanka, de pintorescos bandoleros judíos a quienes acabó el octubre rojo. Alejo Tolstoi en novelística y Viktor Shklovski en lo que hoy tiene tantos nombres diversos: periodismo literario, crónicas, memorias. Es que el misterio ruso viene cubierto de belleza; pareciera que en la lejanía de la tundra se definen los destinos generales, que en Petroburgo, Petrogrado, San Petersburgo, Leningrado, el hombre apuesta los dados del futuro, los de la muerte en un golpe de azar. Las callejas heladas de Andrei Bieli sumadas al espectro de Gogol se conjugan durante los días revolucionarios en otro gran libro, el de Víctor Serge con las indelebles huellas de jinetes mongoles al paso sobre la perspectiva Nevski.

"Viaje sentimental (crónica de la revolución rusa)", fue publicada en 1923. Obra que el autor amaba junto a su biografía de Tolstoi. Carga, igual que sus cartas (no de amor), de "Zoo", aquel dejo amargo y melancólico del exilio; pero sólo en esencia porque el "Viaje..." representa, como bien lo explica el título, un paseo sentimental por un mundo que nacía y otro pereciendo; sin nostalgia, con la límpida crítica de quien tiene convicciones y con suficiente lucidez intelectual -no exenta de sutil poética- para descubrir las ocultas motivaciones del hombre en situaciones extremas.

Abarca la narración los años esenciales del conflicto. Primero en Petroburgo donde el poeta maneja una formación de carros blindados. Son los días de febrero y del gobierno Kerenski, la disyuntiva, no sólo militar y política sino intelectual, de proseguir la guerra o terminarla a toda costa. Shklovski deambula las fantasmales trincheras del frente rumano, ante una agotada Austria. Sobrevienen los disturbios de julio, el crecimiento ya notable de la facción bolchevique, el comienzo de las suspicacias.

Asqueado, se transfiere a Persia, dentro del ejército de ocupación que aún y a pesar de la revolución mantiene estructuras - actitudes- zaristas. En medio de una desolación imposible, de dolor y guerra constante entre persas, turcos, armenios, asirios nestorianos, kurdos, escribe detalles de gran belleza y párrafos de cavilante misterio. En viaje a Tabriz, en el Kurdistán, los árboles tenían hojas de "un oro sombrío", el mismo Tabriz cuyo bazar se libra de los pogroms por su laberíntica y gigantesca estructura donde asaltante que entra no sale. "Nuestro Talbot se sumergió dulcemente en la hermosísima noche lunar de Persia".

De allí a Moscú, al país tenebroso, "tenebroso incluso antes de los bolcheviques". A conferenciar sobre Tristram Shandy, del otro viajero sentimental: Sterne. A Ucrania, a Kerson, a escribir y recordar; a Berlín. A soñar Rusia.
12/06/06

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Publicado en Fondo Negro (La Prensa/La Paz), 2006

Imagen: Nikolai Petrov/Mayakovsky con Pasternak, Tretiakov, Osip Brik, Viktor Shklovsky y P. Neznamov, Moscú, 1925


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