Tuesday, January 12, 2010

Guantanamera/ECLECTICA


No se trata aquí de la hermosa canción tropical, o de la
controversia de quién fue su compositor, aunque no se deben
aceptar las ansias de la gusanera en Miami de trasladar el origen de "Guantanamera" a los Estados Unidos porque no fue así. Tampoco tiene relación con la película Guantanamera de Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabio (1995) y su ya conocida crítica del régimen cubano. El filme transcurre en un principio en Guantánamo y como todo lo que se refiere a Guantánamo es, por obra de la universal música que comentamos, guantanamera. Nombre de son, de lugar "donde crece la palma", de sol, aguardiente y ron; alegría de vivir y simpleza del placer en un subdesarrollado paraíso pero paraíso al fin.

La guerra de Afganistán ha cambiado la perspectiva.
"Guantanamera" ya no se puede bailar, porque en Guantánamo se tortura al hombre, a escondidas a pesar de que es una verdad abierta, sañudamente como se hacía antes, en las dictaduras latinoamericanas, por los mismos maestros, los instructores norteamericanos, temerosos de Dios, displicentes, racistas, pervertidos, portadores -en su opinión- de la razón y la libertad.

No se concedió el mínimo respeto a los prisioneros del Talibán; se los trató con la misma intransigencia con que ellos trataron a sus víctimas mientras tuvieron el poder. Claro ejemplo de una guerra de fanáticos religiosos, entre el fundamentalista mullah Omar y el baptista Rumsfeld que canta loas al señor mientras se lava la sangre ajena. Un senador norteamericano tuvo el descaro de decir que enviar a los talibanes a Guantánamo, tierra ocupada, era un premio más que un castigo, que Guantánamo estaba en el Caribe. No sabe el político, o no puede pensar, que la playa se ve distinta desde una jaula, no una celda sino una jaula levitada en el aire por cadenas y que se baja para dar paso a los innombrables oficios de esta nueva Inquisición.

Guantanamera para los tantos afganos, pakistanos, sauditas y jordanos a quienes se martiriza allí, sería la canción de la muerte y no de la vida. Cuando salgan, que dudosamente lo hagan, no querrán saber que la provincia más oriental de Cuba se hizo famosa por unos versos alegres y una cadencia sensual. Guantánamo es el infierno donde el preso camina a la interrogación con grillos en tobillos, cintura, muñeca y cuello, más capucha cubriéndole el rostro, al mejor estilo medieval, y sale en camilla, víctima, según sus captores, de extraños y malsanos efluvios del trópico.

Hoy que las cadenas de televisión árabes muestran un grupo asustado y ya no tan soberbio de prisioneros norteamericanos en la segunda guerra de Irak, Rumsfeld se convierte en el mayor defensor de la Convención de Ginebra y el tratamiento humanitario de los presos, justo él que un año atrás despreciaba los argumentos de la misma convención y garantizaba el fuego eterno para aquellos que osaron contradecir al imperio texano. Con pena, pero con razón, pongo mi Guantanamera a un lado.
25/3/03

_____

Publicado en Lecturas (Los Tiempos/Cochabamba), marzo 2003

Imagen: Lasar Segall/Depois do Pogron, 1910

No comments:

Post a Comment