Saturday, January 9, 2010

El derecho a la blasfemia/NADA QUE DECIR


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

La teocracia iraní dice que juzgará a algunos de los manifestantes en contra del gobierno por "afrentas" a Dios. Tal "crimen" conlleva automática pena de muerte. No otra cosa fue el dictamen del ayatola Khomeini hacia el novelista Salman Rushdie, por haberse animado a escribir del profeta lo que no debía escribirse. Hace poco, Kurt Westergaard, caricaturista danés, casi perece a manos de un imbécil fundamentalista.

Los ejemplos son muchos, variados y extensos: la expulsión del seminario del poeta chileno Pablo de Rokha, lector asiduo de libros considerados blasfemos; la muerte en un manicomio de aquel gran alemán, Oskar Panizza -a quien rescataron los surrealistas y George Grosz dedicó una tela-. Panizza se burló de la divinidad y de la iglesia en el memorable "El concilio de amor". No se lo perdonaron. Como si estos alcahuetes de dioses, vírgenes, huacas, que se llaman curas, hechiceros, sacerdotes, yatiris, padres, padrecitos o sustantivo a elegir, dispusieran de la vida de los otros y fuesen modelo de moral.

Leía anoche la burla feroz de un fraile (en Bolivia) sobre los vejámenes sufridos por un opositor político. ¿No sabe este señor que está bien estudiar, traducir, escribir libros, pero que las sotanas no deben inmiscuirse en política? ¿O no les bastó la lección de Benito Juárez? ¿O el 19 de julio, 1936, en Barcelona? Pero, sobre todo, lo que extraña (no extraña en realidad) viniendo de un miembro del clero, es la maldad de sus comentarios, la aceptación tácita de la tortura de un ser humano (cualquiera fueran sus delitos). Hace mofa del dolor del castigado, le da tinte literario con "Fuenteovejuna" en gran sarcasmo, se embelesa con la "justicia comunitaria", reconoce el derecho de grupos a ejercer violencia contra individuos, recapitulando junto a otro jesuita las costumbres originarias que obviamente por serlo son válidas. Es la eterna canción de los inquisidores, españoles además, que juegan a codearse siempre con los de turno, con los amos, así el discurso de sus nuevos patrones aparente ser de índole distinta. Le preguntaría, ya que cree justo el castigo al "¡pobre Marcial!", si los pederastas, que abundan en su gremio, debiesen ser -de hecho- ejecutados. Me gustaría que responda porque incluso aquellos debieran tener el derecho a defenderse, que si no, nos quedamos sin santones...

A lo que voy no es a atacar a un personaje cuyos méritos opaca su ceguera, sino a desenmascarar a quienes alegan representar superioridades inexistentes, cielos que sirven para llover, solear y nada más, enigmas que no implican existencia otra que la magnificencia del mundo.

El descalabro de la iglesia ha sido vasto, de todas y en toda religión, pero paradójicamente entramos a un siglo donde resurgen con más fuerza. Es tal vez que el mal no muere y se nutre de sus flaquezas para retornar. Los curas católicos lograron revertir los paredones ácratas: pusieron a sus contendientes en la picota y la guillotina con énfasis jamás visto, se alinearon con los pobres, luego de estar al lado de los ricos. Juegan a indigenistas, juegan coscoja y marido y mujer, doctor y paciente y demás cachonderas de infantes, mientras se aseguran el poder por cualquier medio y por todos. ¿Y contra estos monstruos y sus espectros no tenemos el derecho de blasfemar, de quemar las imágenes de Khomeini, y destrozar los yesos coloridos con barniz de santidad?
08/01/10
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Publicado en Puntos de vista (Los Tiempos/Cochabamba), 10/01/10
Publicado en Nuevo Sur (Tarija), 12/1/10

Imagen: Instrumentos de tortura de la Inquisición


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