Monday, January 10, 2011
Elvis, casi al amanecer/MINIATURAS
Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Nieva otra vez; es usual en marzo: tormentas primaverales.
Conduzco mi automóvil a las cinco de mañana. Los copos, mientras avanza el vehículo, se estrellan -y se diluyen- contra el parabrisas. Vienen como desde un núcleo, girando en círculo y al llegar se abren en abanico. Es hermoso, aunque no se ve mucho. Los zorros corren alegres ante este magnético hálito de agua luego de días calurosos.
Toca un disco compacto, los 30 número uno de Elvis Presley. Hasta los Beatles lo reconocían como el Rey. Inició a John y a Paul no solamente en el arte del Rock and Roll sino en los arcanos de la marihuana. Así lo recordaría Lennon y lo leí yo, casi veinte años atrás, en una extraordinaria edición de Rolling Stone (Los grandes momentos del Rock), donde también se relataba el fracaso sexual del mismo Lennon en una cita concertada por la Bardot. El Beatle terminó dormido, decepcionando los augures fatales de la francesa.
Qué es lo que más me gusta de Elvis, me pregunto, antes de que el mínimo sol anuncie la mañana. Pregunta hecha en lo oscuro, como postrer homenaje al martirologio de este trágico norteamericano. Si el Rey ha muerto, ya no hay rey. Pero, casi una cursilería decirlo, perviven sus canciones, y, la única vez que canté en un karaoke fue acompañando a mi hermana Elena en una interpretación de "It's Now or Never", ahora o nunca (mejor nunca que tarde me gustaría añadir). Pero no es esta bellísima canción la que más quiero sino "Surrender" con su comienzo que parece el de una película de James Bond (mas no por eso).
Músico blanco de origen musical negro. Herencia del Gospel y del Blues. Supo, en su momento, iniciar a un público reacio a la música de los hombres de color en sus majestades rítmicas. Quizá en él se concreta el momento del cisma del Rock and Roll con el Rhythmin 'n' Blues, cisma aparente que sin embargo, dada la posterior fama del Rock, denuncia dos claras corrientes.
Casi amanece. Elvis, cuya casa -Graceland- es un icono nacional como él mismo, se despide de la noche con "Return to Sender", simple pero angustiosa historia de desamor.
28/03/07
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Publicado en Lecturas (Los Tiempos/Cochabamba), marzo 2003
Imagen: Fotografía de Alfred Wertheimer/Memphis, 1956
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