Monday, January 3, 2011

Evo presidente/MIRANDO DE ARRIBA


Mi servicio informativo, diverso, criollo y multicolor me cuenta que Evo Morales festejó su cumpleaños en el Radisson Hotel. He oído historias de primera mano sobre este notorio candidato, cuya aureola internacional crece con ritmo de cometa. Sé que llegaba a Coroico en un flamante SUV, con sendas wiphalas en los costados, alegando con ello -supongo- representatividad de las etnias indígenas del país. Ya lo he dicho: ser indio no implica nada muchas veces, indio era también Porfirio Díaz, y Evo en Coroico se comportaba más como un patrón que como compañero de pobreza.
El aura màgica de la coca no fundamenta un programa. Un país no puede depender de un cultivo u otro, sería como caer en el juego que relata Galeano de la monoproducción forzada a la que sometió el imperio a nuestros países. Ficciones semejantes terminan mal.
El sábado 26 de noviembre la sección internacional del Times traía un largo artículo sobre Evo, acompañado de una foto del dirigente cocalero con su segundo al lado, en medio del festejo de alguna proclamación. El texto señala, para no caer en prejuicios sobre la coca, la historia de la hoja y su función en la historia nacional como mitigadora del hambre además de base para la producción de narcóticos. El meollo, sin embargo, apunta a la casi segura elección de Morales como próximo presidente y el pànico del gobierno norteamericano de que se instaure un narco-estado perturbador. Preferían, a no dudarlo, un pelele estilo Tuto Quiroga para mantenerlo a la sombra del virrey de turno y acatar las órdenes del dueño, algo que aparentemente no hará Evo Morales, aunque, si se lee bien la historia, siempre existe la posibilidad de que éste termine rico y bien pagado al servicio del Departamento de Estado, mientras los que creyeron en él continúen en su brega diaria por el pan en un país sin posibilidades, tal vez imposible.
Un aspecto preocupante de la candidatura de Evo viene a ser la mixtura de sus adláteres, seguidores que no tenía cuando era un simple músico, y que no tendría -por ser nativo- si no hubiera con él la posibilidad del lucro y del robo. Una banda de marxistas trasnochados suele ser elemento peligroso y garantía ninguna, más aún si revolucionarios tales adoran a Santiago, apóstol del genocidio indio. Recuérdese al PIR, que de un origen genuino terminó como muñeca de trapo de los esbirros de turno.
Bolivia necesita un sólido movimiento indio y popular que no pase por cacicazgos ni se acompañe de arribistas. No es el caso.
26/11/05

Publicado en Opinión (Cochabamba), noviembre 2005

Imagen: Afiche ruso

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