Claudio
Ferrufino-Coqueugniot
Cincuenta mil sellos postales, o estampillas si prefieren, posibilitan intentar variantes dentro de una colección filatélica, especializarse en tópicos, separar por temas, formas y cualquier deseo imaginable.
Con el tiempo, aparte de los álbumes dedicados a países, opté por juntar aves, mamíferos, reptiles y batracios; insectos, pintura y pintores; escritores y obras, dando como resultado excepcionales muestras de arte gráfico y multitud de referencias biológicas, literarias, geográficas, etcétera, posibilitando hallar mucho en esos minúsculos universos que vuelan por carta sin concepción de espacio, distancia o divisiones políticas. Como si en la filatelia se hubiese resguardado, más que escondido, la utopía.
Reunir escritores
exigió más tiempo. Es fácil diferenciar a un cóndor de una foca, pero no tan
simple decidir si el retrato impreso es el de un escritor, un presidente, quizá
un músico. Hay casos obvios como Shakespeare y Tolstoi; otros como Camões y
Senghor todavía eran fáciles, pero cómo adivinar que Camilla Collett, en sello
noruego, escribía o si Bastos Tigre y Hugo Foscolo hacían poemas. Detalles
resueltos hoy pero que se renuevan ante la aparición de alguna otra misteriosa
imagen con apariencia escritora.
Hubo posibilidades truncas como hacer una colección de historia latinoamericana
y la disyuntiva de poner a Luis Somoza junto a Mariano Moreno o a Bánzer con
Belzu. Además de la impresionante cantidad de sellos que llevaría una vida
clasificar, aparte de aprender detalles de cada personaje. Me decidí por
uno: Simón Bolívar.
Los correos de
las naciones bolivarianas crearon el mayor número de emisiones con la imagen
del Libertador. Venezuela continúa siendo la más prolífica. Colombia tiene a
Bolívar en muchísimos sellos pero, despertando pasiones y rivalidades antiguas,
también a Santander. Sin negar la grandeza del venezolano, Colombia aclara su
aporte "nacional" a la independencia. Panamá, en vano intento de
desligarse de Colombia, a instancias, favor y presión de Norteamérica, no ha
sido dadivosa con el hombre. Ecuador, Bolivia y el Perú cuentan con algunas
estampillas, no tantas como debieran, por razones diversas. Ecuador fue
apéndice de la gran Colombia, Perú se divide con el aporte de San Martín y
Bolivia apenas debió su creación a un exceso de vanidad de Bolívar, lo que
nunca quedó bien entre altoperuanos.
A tiempo del bicentenario de su nacimiento el mundo entero se sintió en el deber de honrarlo, o, en su figura, honrar las naciones que lo reclaman como su representante. Estados Unidos no, aunque en la sede de la OEA, en su capital, hay una estatua ecuestre del caudillo. Cuba, Rusia, España, Argentina, México, Brasil y hasta la India emitieron sellos conmemorativos. Su país, Venezuela, toda una serie que incluye su infancia, su familia, maestros, amigos, camaradas, preciosos cuadros de las batallas de Boyacá y Carabobo, el Congreso de Angostura y Simón Bolívar en la cumbre del Potosí.
21/10/03
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Publicado en Lecturas (Los Tiempos/Cochabamba), octubre, 2003
Imágenes: Emisiones diversas de Simón Bolívar/Unión Soviética, Perú, Bolivia,
Venezuela
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