Friday, August 5, 2011

¡Pobres mujeres!/MONOCULO


Evo Morales tocó fondo al sugerir a sus bases el “enamoramiento” de las mujeres yuracarés para tomar el Tipnis. Recrea y refuerza con ello la retórica y prácticas empleadas por Pizarro y por Cortés; remueve el dolor de los conflictos indio-pakistanos, desde la época de Gandhi hasta entrados los 70, donde la violación, que no otra cosa aconseja, se utilizó como práctica de colonización y conquista.

Lo vimos en Bosnia, en campos de esclavitud sexual inaugurados por Serbia para destrozar el espíritu musulmán. En Vukovar, Croacia, con la misma finalidad. Apellidar Morales siendo indígena y en un país de alta población india nos remite justamente a aquello. ¿O no se da cuenta?

No es la primera vez que emplea connotaciones sexuales en sus habladas. Es antológica (de forma negativa) la de “Evo cumple”, lema al parecer, según él, de febril preferencia de las embarazadas. El patriarca, el amo, el patrón, el esclavista, el presidente, dando imagen de verraco, semental, el que hace parir a las hembras para fundar naciones, al mejor estilo de Rafael Leónidas Trujillo y de Benito Mussolini, para quienes, e incluido el gobernante boliviano, lo que se arrastra entre las piernas es de por sí bastón de mando.

Semejante necedad debiera bastar para destruir cualquier falsa imagen que se haya creado del individuo en cuestión, y de su fraudulento “proceso de cambio”. Patentes son las muestras de lo que se entiende por política en Bolivia, hoy peor que nunca, muy por arriba de Bánzer y García Meza, querubines del Purgatorio en comparación con las hordas plurinacionales, y el séquito de intelectuales que olvidó análisis y arte para convertirse en adoratriz del becerro de coca.

Enamorar a las mujeres es la mitad de una propuesta. La otra -en simple lógica- tiene que ser eliminar a los hombres. Retorno a Srebrenica, a ejecutar a unos y violar a otras, para que nunca más se ose cuestionar lo que la divina providencia dispone: que los serbios imperen sobre pueblos de segunda, o los alemanes sobre razas impropias y degeneradas, o los aymaras igual. Fascismo puro, ni Reinhard Heydrich lo hubiese dicho mejor.

Ya vienen sin duda las disculpas del niño travieso, por sus palabras que encierran terribles visiones. Apocalípticas. Y el pueblo boliviano sonríe, no ha madurado, flota en un limbo de crónica idiotez, festejando ocurrencias semejantes, que nos hacen únicos dentro de la especie.

Pero el presidente no es siempre así, sabe con quien usar sus propuestas, con los que no pueden defenderse, con los indios pobres que decía proteger. Y si miento ¿Por qué no propone en conferencia de prensa, a los hombres bolivianos, que la única manera de reconquistar el mar pasa por imponer cópula a las mujeres chilenas? Eso no, porque le mandarán unos aviones de veras, no sus avioncitos chinos, y le harán volar el palacio. A los fuertes no; a los de abajo, siempre a los de abajo. Palo.

¿Qué sentiría si le aconsejo que para sacar de su letargo a las muchachas de Orinoca, saltarlas a la modernidad, hay que importar una camada de rubios y macizos lituanos? Algunos le llaman “mejorar la raza”, cuando en sí es “obligar la raza”. O machos coreanos, si las comunidades potosinas se niegan a industrializar el litio.

¿Quiere decir, usted, presidente, que se debe golpear en el eslabón más frágil, el que nos da vida, el que más amamos y más nos duele? ¿En la madre, la hija, la hermana, la esposa para doblegar al hijo, al padre, al hermano, al esposo? Vergüenza debiera darle.
4/8/11

Publicado en Puntos de vista (Los Tiempos/Cochabamba), 5/08/2011
Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 9/08/2011

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