Monday, December 28, 2009

Bar Quito


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Lo llamaban "Barquito", porque en su chicha se navegaba el averno.


Ahora es bar cervecero. La cerveza era entonces muy cara. El destino no aceptaba ahorrar monedas ni para comer ni para bebidas caras. Si nos habíamos sentado a beber, eso hacíamos, literalmente. Entre Raúl, Julio y yo no teníamos espacio para abstracciones. A lo sumo nos permitíamos algo de pan, los más grandes que costaban un peso. Y no por debilidad, sino porque aquella masa nos permitiría más alcohol: mito de borrachos.


Tres hombres, tres vasos. Unos dados para decidir por azar quien habría de caer primero, porque, al final, siempre quedábamos todos de pie, o a medias pie.


Un golpe de dados: del uno al cinco son malos, el seis es tomo y obligo.


Un día de fiesta aparecimos por el "barquito" con dos botellas de whisky. Mesa por mesa, fuimos echando chorros de él en las jarras de chicha. Se jugaba rayuela, los mariachis atronaban la radio. En media hora aquello fue el infierno: peleas, llantos, vómitos. Los rayueleros jugaban de sentados, culo al suelo. Frenesí de chicha y pis.


Conservaron las dos cajas vacías por mucho tiempo, en la repisa donde tenían singanis. La última vez, antes de desterrarme a los Estados Unidos, las vi empolvadas, aún orgullosas por haber traído un poco de extremo a este valle católico.

¿1996?

_____

Imagen: Totochtin, los Conejos, Antiguos dioses mexicanos de los borrachos

No comments:

Post a Comment