Monday, December 28, 2009

Macha/MIRANDO DE ARRIBA


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Contaba al escritor Hugo Ferrufino Murillo -hace 20 años- de mi idea de escribir sobre el viaje a pie de Tomás Katari de Macha a Buenos Aires. Iba a ser una historia novelada que apenas en inicio daba pautas de un realismo mágico atronador. Y no era la influencia de Gabo sino lo fascinante del tema, sumado a la impericia del narrador.

Quedó en esbozos, garabatos, garrapatas de tinta y
esperanza. Había pasado por Macha, en viajes diversos, cuatro veces. Entonces no era un maestro del textil andino, como tal vez ahora soy, y no conocía los detalles hilados de la zona, Macha misma, la cercana Pocoata, los 91 kilómetros de separación de la urbe más cercana: Potosí.

Provincia Chayanta, Potosí norte, tierra de teñido y música. De pobreza sobre todo; de polvo inmemorial y desidia. De olvido, de un monumento al prócer indio que entonces yacía descompuesto, negado. Habrá cambiado, supongo, aunque suponemos por inercia demasiado.

La gente se ha ido: quedan las mujeres, los niños, los ancianos. Vi a un macheño en Washington D.C., a otro en París -el 86-, fugado del ballet nacional para buscar mejor vida con los brazos ya que con los pies parecía no existir mejora. Se quedaron los colores, los diseños romboides de la memoria, utilizados ahora en casacas presidenciales sin mayor explicación de su procedencia. Es usual conformar grupos compactos que de homogéneos no tienen nada: nosotros y ellos, indios y blancos, negros y amarillos, sin entrar en detalles que especifican diferencias, fueren sutiles o inmensas entre unos y otros.

¿Por qué Macha ahora, en un fin de año tan lejos y tan helado? Tal vez porque el frío me trajo reminiscencias del frío, la soledad de la solitud, el cielo del azul, y cosas así que incluimos en el género de nostalgia, en la materia de melancolía, en la amplitud de nuestras razas y la intolerancia que las circunda y si no las avasalla las evade.

Macha es un hermoso nombre. Y Santiago de Macha también un hermoso nombre. Una bella conjunción especialmente, a pesar de la sangre.

Los años pasan. Las novelas que no se escribieron en papel ya fenecieron. Tiempo evanescente que todavía se puede encontrar en las filigranas naranjas, verdes, amarillas de los aksus. Se relaciona al poblado de Macha con el polvo y sin embargo abunda el color en sus tejidos, sobre una "cancha" profunda y oscura. Awayos y aksus riman primaveras con fondos negros, aunque en las piezas ceremoniales también prima la sobriedad de los grises y marrones. Tan cerca de Pocoata, recuerdo, y tan concretos y distintos sus símbolos y figuras.
28/12/09

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Publicado en Opinión (Cochabamba), 29/12/09

Imagen: Awayo de Macha, departamento Potosí/Etnia quechua

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