Monday, December 7, 2009

Qué bonito el panorama.../MIRANDO DE ARRIBA


Una victoria con el 63% de los votos debiera ser un festejo
popular. Y parece serlo. Bueno, dirán, es Bolivia, y más
no se puede esperar. Se utilizaron recursos públicos para
la campaña oficialista, se privó de libertad a opositores,
se arreció con una caza de brujas que a partir de ahora
tomará visos dantescos. Qué otra cosa en un país donde el
arte de la política es ajeno, donde los hilos se manejan a
niveles muy parroquiales, a la altura de Liberia o de
Somalia, donde cualquier semiletrado se considera -y es
considerado- luminaria, donde lo ideológico pasa por la
lengua, no hablada, sino aquella que busca ávida el trasero:
la lengua del lameculismo, tradición nacional.
El MAS gana entre los bolivianos de España. Por supuesto.
Agredidos, humillados, ofendidos en sus cargos de
sirvientes, basureros, lavaplatos, los bolivianos de afuera
ven en Morales y su altanería (selectiva) la imagen que
ellos quisieran tener ante sus amos y patrones extranjeros.
Ya lo dije, mucha de la explicación de la victoria de "esto"
-¿proceso?- se debe a profundos complejos de la psique
boliviana.
Al carecer de opciones se tomó la más a mano, la
supuestamente mejor, la que propone algo distinto. Y se
comprende: hay cansancio. De mis cuarenta y nueve años
pasé casi veinte bajo dictadura militar, desde la asonada
del milico lacayo de los Estados Unidos René Barrientos
Ortuño, asesino del Che, de quien debieran retirar el nombre
de calles y derribar sus monumentos, hasta la triste figura
de Guido Vildoso. Los civiles no fueron mejores y el
desencanto destruyó cualquier esperanza. En un artículo de
hace años indiqué las razones de por qué un voto por Evo
Morales sería coherente (yo por profilaxia no voto-ni hago
votos). Me equivoqué: con un barniz de cambio, el
dirigente cocalero se suma a la habitual expoliación del
país. Tuvo varios años para implementar transformaciones, y
las que hay, si las hubo, son simple maquillaje. En el
fondo todo sigue igual, porque la intención de pasar la
posibilidad de abuso de una clase, una etnia, o cualquier
grupo humano a otro, no muestra progreso. Ahí radica la
gran visión de Nelson Mandela, su comprensión de la
historia.
¿El fantasma del comunismo recorre el mundo? Un excelente
artículo de Anibal Quijano analiza la trascendencia
visionaria de Marx y Engels en el contexto actual. Pero,
así la retórica oficial quiera dorar la píldora con frases
revolucionarias, ese fantasma no pasa por Bolivia. No
ahora, cuando se han encaramado en el poder los mismos de
siempre: los corruptos, los ladrones, los lameculos.
Qué bonito el panorama, qué bonito...
7/12/09

Publicado en Opinión (Cochabamba), 8/12/09
Publicado en Semanario Uno (Santa Cruz de la Sierra)

Imagen: Alfred Kubin/El estanque, 1905

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