Saturday, December 19, 2009

La memoria de Zapata


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

La virtual desaparición de lo que fue la izquierda boliviana, nos obliga a mirar más allá, a otras partes de la América Latina, donde, a pesar de una victimización igual o mayor por parte del neoliberalismo, aún quedan hombres y movimientos que echan suertes por un quijotismo al estilo Guevara. No hablo de guerrillas tan controvertidas como la peruana, sino de guerrillas con contenido humanista, tal el caso de la rebelión chiapaneca en el sureste mexicano.

Al subcomandante Marcos, líder de la revuelta campesina de Chiapas, se le puede acusar de muchas cosas, incluso de cierto jesuitismo. Pero todo el contenido de sus textos, más el empuje realmente popular del nuevo zapatismo, hacen la crítica superflua.

Marcos es un hombre en armas porque no existía otra manera de hacer notar la injusticia. La vía democrática, la de dar discursos y escribir editoriales fogosos como los suyos, en México, es el camino seguro de la tumba.

Los zapatistas, y Marcos que es su visible, o invisible, cabeza, son un ejemplo de que aún el dinero no puede comprarlo todo. En el panorama boliviano tal aseveración parece falsa, porque aquí sí parece que todo y todos pueden ser comprados. Es sorprendente ver a la vieja izquierda perseguida, en campañas de manos enlazadas con los que otrora fueron sus persecutores y ejecutores. Tristeza por la inutilidad de tanta muerte. Para qué las sangres. No importa ya que Pablo Neruda los conmine a "venid a ver la sangre por las calles". Fascistas e izquierdistas han lavado las manchas del pasado. Ahora, a nombre de una "democracia", sólo posible porque así le conviene a Estados Unidos, se ha levantado el imperio del lucro. Ex-revolucionarios son hoy cancilleres, sonriendo por el apreciable crecimiento de sus prestigios y economías personales. Ex-revolucionarios corren para ser los primeros en recibir la hostia de manos de cualquier cura: mucho tienen que agradecer a Dios. Ex-revolucionarios reciben las dádivas de quién sabe qué benefactores, y a nombre del siempre pobre pueblo de Bolivia construyen sus casas en los nuevos barrios exclusivos de las afueras de las ciudades. A nombre de niños, mujeres, lisiados, sirvientas, presos: los humillados del mundo, los señores crecen al amparo de las ONG y bajo el arbitrio de la ley del más pudiente. Y no hay voz que se levante contra ellos. ¿Es que nos estamos acostumbrando a agachar la cabeza y vivir de rodillas? ¿Acaso es la limosna de los ricos algo que deba ser agradecido o se necesite? Si así fuera, la historia debiera ir a parar al tacho de basura, y libros como "Memoria del fuego", de Eduardo Galeano, podrían servir como papel de desecho.

Pero en las selvas de México el sombrero que creían muerto de Zapata se ha levantado. El caudillo del sur se ha removido de la tumba cansado de oprobio. Y aquellos pobres de Chiapas, tan indios y miserables como nosotros, han dicho basta. Y ni los asesores norteamericanos, ni los mercenarios argentinos o guatemaltecos pueden detener algo que ya ha ido muy lejos para perderse.

Hubo un congreso, una reunión por la humanidad y contra el neoliberalismo hace poco en Chiapas. Transcribimos lo que Marcos dijo como preámbulo del gran evento. Este texto pasará a la historia como uno de los más concretos, audaces, reales y poéticos del siglo. Son los pobres los que hablan, los pobres que no tienen fronteras, porque la pobreza no diferencia pasaportes.

Suma importancia tiene la publicación de estos escritos en Bolivia, para mostrarnos cómo todavía se sigue luchando por algo de dignidad. Ojalá sirva para que a los izquierdistas bolivianos, si lo fueron alguna vez, se les caiga la cara de vergüenza y escondan los dólares que se multiplican como fruto de pan en sus bolsillos. Lo probable es que no, ellos ya no tienen cara, son un sonriente afiche de exportación.

¿A dónde hemos llegado? Cuando vienen presidentes a Cochabamba, se hace ocultar a los lustrabotas, a las dulceras, a los vendedores ambulantes, a los diarieros. ¿Qué se quiere mostrar? ¿que se ha llegado a tal grado de desarrollo en Bolivia, gracias al divino neoliberalismo, que no hay pobres por las calles? Siento mucho decirles, señores, que esa es la respuesta de los imbéciles. No porque a Catalina la Grande, emperatriz, se la hiciera pasear por pueblos esplendentes, hechos de cartón y sólo fachada, trabajo engañador de los políticos, Rusia llegó a ser grande. Esconder la impresionante miseria rusa no cambió la historia. No tratemos de hacer lo mismo y aparentar algo que nunca fuimos. Otras son las prioridades y ellas no deben pasar ni por la limosna extranjera, ni por la enajenación de lo poco nuestro que nos queda, y menos por tratar de mostrar una imagen ajena. Veamos el mundo alrededor y aprendamos, de donde se deba aprender, un poco de decencia.

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CAMINOS CONTRA EL NEOLIBERALISMO, NO SOLO LAMENTOS, PROPONE
MARCOS

Mensaje del EZLN en la ceremonia de inauguración
preparatoria americana del ENCUENTRO INTERCONTINENTAL POR LA
HUMANIDAD Y CONTRA EL NEOLIBERALISMO

Un periodista y videasta que cubría el alzamiento
zapatista desde enero de 1994, Javier Elorraga Berdegué, se
presentó un día como voluntario para buscar una salida
pacífica al conflicto. Lo escuché, me dio argumentos a
favor de la paz y argumentos en contra de la guerra. Me
pareció entonces un hombre de esos que creen en lo que
dicen, de los que son consecuentes con sus ideas. Le dije
que no perderíamos nada con probar. El 16 de septiembre de
1994, aniversario de la independencia mexicana, llegó con la
primera de una serie de cartas del señor Ernesto Zedillo
Ponce de León.
Después del primero de diciembre de 1994, Javier fue y
vino con mensajes del entonces secretario de Gobernación,
Esteban Moctezuma Barragán. 6 meses duró su trabajo de
enlace de paz. La última vez que lo vi fue el 8 de febrero
de 1995. Le dije que no veíamos señal alguna de voluntad de
diálogo en el gobierno. El insistió en buscar un nuevo
encuentro de paz. Saliendo de la selva Lacandona, en la
mañana del 9 de febrero de 1995, Javier Elorriaga fue
detenido y acusado de "terrorismo".
El gobierno inició una ofensiva en contra de las
comunidades indígenas de la selva Lacandona y detuvo a
decenas de mexicanos en varios puntos del país. Los acusó
de "terrorismo" y exhibió como prueba un "terrible" arsenal:
bombas de papel y algunas armas viejas. Mientras en la
prensa el gobierno se felicitaba por haber recuperado la
"soberanía nacional", en la selva Lacandona aviones suizos
bombardeaban los alrededores de las comunidades,
helicópteros norteamericanos ametrallaban la montaña,
tanques de guerra franceses ocupaban las casas de los
indígenas que huían a la selva, policías españoles
interrogaban a los sospechosos, y los asesores militares
norteamericanos revisaban con mucho cuidado un artefacto que
podía contener algún peligroso ingenio militar. Hasta el
Pentágono llegó ese artefacto y fue revisado con lo mejor y
más moderno de la tecnología militar.
Después de algunos días, los expertos entregaron su
informe a Washington y de ahí fue turnado a las oficinas de
los militares mexicanos, la policía política y Palacio
Nacional. El informe decía que todo parecía indicar que el
artefacto en cuestión, arrebatado a las fuerzas de los
transgresores de la ley, tenía toda la traza de ser... un
cochecito de juguete, hecho de plástico y metal. El informe
reportaba, además, que habían encontrado una pequeña
inscripción, probablemente hecha con plumín negro, que
decía: "Este cochecito es del Heriberto..."
Han pasado 420 días desde entonces. El señor Zedillo
está en la silla presidencial de México, el Heriberto vive
en las montañas, en su casa vive el ejército, y Javier
Elorriaga y otros 17 mexicanos están en la cárcel acusados
de "terrorismo". Uno de los 17, Joel Martínez, tiene
problemas respiratorios debido a la tortura que recibió.
Por su estado grave acaba de ser hospitalizado.
Hoy lo tienen encadenado de manos y pies, como si fuera
un animal rabioso, como si la dignidad pudiera encadenarse.
Hoy, 420 días después de que se definiera en los hechos
quién es el terrorista, queremos dedicar estas palabras.
Vale.

A JAVIER ELORRIAGA BERDEGUE Y, A TRAVES DE EL, A TODOS LOS
PRESUNTOS ZAPATISTAS PRESOS
En la definición de su futuro se definen muchas más
cosas de las que se imaginan sus carceleros.
Por mi voz habla la voz del Ejército Zapatista de
Liberación Nacional.

HERMANOS Y HERMANAS DE AMERICA:
Bienvenidos a La Realidad. Nuestro agradecimiento
especial para los hombres, mujeres, niños y ancianos de La
Realidad, que son los que nos han dado permiso y nos han
apoyado para realizar esta reunión preparatoria en su
comunidad. Quiero pedirles a todos que, juntos, saludemos a
nuestros hermanos indígenas de La Realidad.
Bienvenidos sean los hermanos y hermanas de las
delegaciones de Canadá, los Estados Unidos de América,
México, Guatemala, Costa Rica, Venezuela, Puerto Rico,
Ecuador, Brasil, Perú, Chile, Uruguay y Argentina.
Bienvenidos los observadores de Francia, Alemania y España.
Bienvenidos sean los hermanos y hermanas mexicanos de la
Comisión Organizadora. Nuestro reconocimiento y saludo por
el esfuerzo que hoy se concreta.
Queremos agradecerles a todos ustedes el haber aceptado
nuestra invitación a esta reunión preparatoria y el que
hayan hecho el esfuerzo de viajar desde sus países hasta la
selva Lacandona.
Guarida de transgresores de la ley y rincón digno de
América, la selva Lacandona ya ha sido visitada por diversas
representaciones de los gobiernos de sus países. Nos han
visitado los aviones bombarderos, los helicópteros
artillados, los tanques de guerra, los satélites espías, los
asesores militares y los agentes, algunos secretos y otros
no tan secretos, de todas las dependencias de espionaje de
varios países. Todos estos visitantes tienen un objetivo
común: el asesinato y el robo. Diversos gobiernos del
mundo se han aliado con el gobierno mexicano para
combatirnos a nosotros.
La más moderna y sofisticada tecnología de guerra es
lanzada en contra de las armas de madera, los pies rotos y
el pensamiento ancestral de los zapatistas que declara sin
pena ni miedo que el lugar del conocimiento, la palabra y la
verdad está en el corazón.
La muerte moderna contra la vida ancestral. El
neoliberalismo contra el neozapatismo. ¿Por qué nos temen?
¿Por qué tanta muerte para tan pocos y tan pequeños? Porque
los hemos desafiado, y lo peor del desafío es que se
convierte en ejemplo.
El 3 de abril de 1911, esos ciudadanos de América
llamados Ricardo y Enrique Flores Magón escribían:
"Compañeros, piensen bien, sigan adelante y trabajen, sin
perder el tiempo, antes de que su ayuda llegue demasiado
tarde. Traten de entender el peligro bajo el cual nosotros
tenemos que enfrentarnos a todos los gobiernos del mundo,
los cuales ven en el movimiento mexicano la aparición de la
revolución social, la única a la que temen los poderosos del
mundo".
Hoy, 85 años después, la historia se repite. La muerte
que antes sólo nos visitaba vestida de enfermedad y miseria,
hoy viene además con uniforme verde olivo, con plomo y
máquinas de guerra.
Todas estas señales anuncian destrucción. Una verdadera
fiera multinacional armada nos persigue y trata de destruir
nuestro ejemplo. Los poderosos del mundo se molestan por
nuestra existencia y nos honran con su amenaza. Aciertan,
el desafío zapatista es un desafío mundial. Nunca lo
pretendimos, jamás lo imaginamos.
Pero puestos en ese papel, seremos lo más incómodo que
nos sea posible. Un sistema mundial hace posible que el
crimen se haga gobierno en México. Un sistema nacional hace
posible que el crimen mande en Chiapas. Luchando en las
montañas del Sureste mexicano luchamos por México, por la
humanidad y contra el neoliberalismo.
Por eso el poder mundial nos persigue, por eso nos
encarcela, por eso nos asesina, por eso quiere destruirnos.
Después de la visita de estos anunciadores de la muerte,
es un honor para nosotros el recibir la visita de ustedes,
de los que luchan por la vida, de los que luchan por la
humanidad en el continente americano.
Estamos seguros de que el viaje a La Realidad no ha sido
fácil. La Realidad nunca ha sido fácil, pero vale la pena
llegar a ella. El viaje a La Realidad es una travesía al
dolor, pero también a la esperanza.
Diversos pensamientos de diferentes naciones de América
se encuentran hoy en La Realidad. Se encuentran convocados,
no por su nacionalidad, no por su color, no por su sexo, no
por su cultura, no por su lengua. Sólo una cosa nos ha
convocado, la lucha, la lucha por la humanidad y contra el
neoliberalismo.
Hace 80 años, en 1916, el general Emiliano Zapata soñaba
que la vida y el pensamiento podían ser libres si una nueva
realidad se construía. El poder soñaba entonces su
destrucción.
Hoy, en los escritorios de los grandes generales de
México y de los Estados Unidos, hay planes diversos,
complicadas operaciones militares, y 77 variantes de
atentados, uno por cada uno de los años transcurridos desde
el asesinato de Emiliano Zapata. Y todos esos planes tienen
el objetivo de destruir La Realidad.
¿Por qué? Porque han descubierto que en La Realidad
viven seres humanos, es decir, dignos, y el poder no puede
tolerar que los seres humanos vivan.
Este es el enemigo que se nos enfrenta, el que nos
persigue, el que nos asesina, el que nos encarcela, el que
nos viola, el que nos humilla. Un poder que pretende el
absurdo de destruir La Realidad.
Eso es lo que pretenden ellos... Ellos, los que en el
poder concentran el crimen y la riqueza, los convierten en
hermanos siameses que se apropian de la una con el ejercicio
del otro.
Ellos, los que en el poder monopolizan el mañana y lo
anuncian excluyente de todo aquello que no se convierta en
cómplice o en víctima. Ellos, los que en el Poder olvidan
que acumulando poder acumulan miedo. Ellos quieren
destruir La Realidad porque en La Realidad hoy hay seres
humanos y la sola existencia de seres humanos es ya un
desafío que se puede convertir en ejemplo. Nosotros, los
todos que alimentamos el corazón y la palabra con el amargo
pan de la esperanza. Nosotros, los que en el pasado vemos
una lección y no un estorbo, los que volteamos al ayer para
aprender y no para arrepentirnos. Nosotros, los que miramos
el futuro como algo que se construye en el presente, los que
aspiramos a un mañana con todos.
Nosotros, los que balanceamos el miedo con vergüenza, la
prudencia con valor, y la indiferencia con memoria.
Nosotros, los seres humanos que existimos, es decir, que
desafiamos al poder.
Nosotros queremos transformar La Realidad, convertirla
en algo mejor, en algo nuevo, en algo bueno.
Esta es la disputa por La Realidad.
Unos por destruirla y otros por construirla.
Ellos por el absurdo de negarla a fuerza de olvido,
destrucción y muerte.
Nosotros por el absurdo de construirla de nuevo a fuerza
de historia, creatividad y vida.
Este es el dilema que venimos a pensar y a empezar a
decidir, el dilema de La Realidad. Este es el tema
fundamental y el definitivo por la humanidad y contra el
neoliberalismo. La Realidad: el dilema de su
transformación o de su destrucción.
Para resolver este dilema debemos enfrentar a un enemigo
muy poderoso, el poder vestido con el ropaje del
neoliberalismo. Sus crímenes no reconocen fronteras,
representan la globalización de la desesperanza. El
neoliberalismo oferta una nueva doctrina mundial: la
rendición y la indiferencia como únicas formas de inclusión,
la muerte y el olvido como único futuro para los excluidos,
es decir, para las mayorías. La estupidez y la soberbia
hechas gobierno en las naciones del mundo. El crimen y la
impunidad como máxima ley. El robo y la corrupción como
industria principal. El asesinato como fuente de
legitimidad. La mentira como dios supremo. Cárcel y tumba
para los otros que no sean cómplices. La internacional de
la muerte.
La guerra siempre. Eso es el neoliberalismo. Pero su
poder se basa también en nuestras fallas. A la falta de
propuestas alternativas nuestras, ellos ofrecen la
continuidad de la pesadilla.
Tenemos que ir más allá de los lamentos y proponer
nuevos caminos.
No los invitamos a sumar quejas. No los llamamos para
potenciar nuestras desdichas. No los convocamos para darle
dimensión continental a nuestra pesadilla.
Los invitamos a multiplicar anhelos. Los llamamos para
restar penalidades. Los convocamos para darle dimensión
continental a la esperanza. Que la imagen grotesca y
terrible del enemigo que enfrentamos no opaque el espejo
necesario para ver nuestro propio paso. Que no se solape en
nosotros mismos la desidia y la arbitrariedad, ocultándolas
en el crimen cotidiano de un sistema mundial que pulveriza
historia, naciones e individuos. Que no ofertemos una nueva
pesadilla de signo diferente. Que la ubicación en la cada
vez más complicada geometría política, que multiplica
centros y extremos al infinito, no signifique impunidad para
los errores ni relevo de dogmas en los pensamientos.
No nos reunimos hoy para cambiar el mundo. Nos
encontramos aquí con un propósito más modesto. Sólo para
hacer un mundo nuevo.
Nosotros.
Hoy.
Aquí.
En América.
Continente de leyendas, el americano es un pedazo de
tierra donde se citan todas las sangres del mundo.
Pueblo sin tierra, es decir, pueblo sin pueblo, el
migrante en América sueña que puede trabajar y vivir con paz
y dignidad en cualquier suelo, sin importar la frontera que
quede arriba o abajo.
Ni trabajo ni vida encuentra el migrante en las tierras
americanas, sólo guerra y humillación encuentra en estos
suelos a los que nada roba y todo da. El migrante de
América es un extraño en América. No sólo al cruzar una
frontera internacional el americano entra a la pesadilla
xenófoba, a veces basta con traspasar, aunque sea sólo
momentáneamente, una de esas múltiples fronteras culturales,
políticas, raciales, religiosas y sexuales que pulverizan
los cielos de América y hacen que el pensamiento colectivo
no incluya a más de uno. El migrante de América es el gran
solitario compuesto por millones de seres buscando. El
migrante de América es la lucha de siempre, la leyenda...
Y, entre muchas, la leyenda se hace balada y sobrevive a
la falta de libros, prensa, televisión, radio. La leyenda
de Gregorio Cortez, perseguido por los "rinchers" pero nunca
alcanzado, es la leyenda de la historia perseguida por el
olvido, la historia escapando siempre y haciéndose memoria
colectiva. La leyenda llega a La realidad y ahí representa
a todos los migrantes que se aventuran a tierras americanas
y prueban a hacerse parte de una cultura nueva sin perder la
propia.
Como a la leyenda, el poder persigue a los migrantes por
negarse a ser lo que son, por tratar de construir algo nuevo
pero diferente, algo que no destruya ni el pasado ni el
presente y que pueda tener un lugar en el futuro
norteamericano, un futuro digno, un futuro que no tenga el
horizonte de unos barrotes en la cárcel o de una lápida en
el cementerio. Como en la balada de Gregorio Cortez, el
migrante americano escapará siempre y seguirá construyendo
la memoria colectiva que el poder se empeña en destruir en
toda América y, especialmente, en...
Un país sintetiza como ninguno las grandes
contradicciones que exprimen al continente americano.
Nación levantada con el esfuerzo de migrantes de todo el
mundo, los Estados Unidos de América se levantan como
símbolo de poder y modernidad. La soberbia del poder que
suele tener su guarida en las tierras de Norteamérica, ha
conseguido que el repudio mundial que merece su política
exterior contamine, no pocas veces, al noble pueblo
norteamericano.
Pero esa soberbia del poder sólo es posible a un alto
costo para el pueblo de los Estados Unidos de América. No
sólo a las llamadas minorías latinas, asiáticas y negras,
también a los blancos, la crisis elevada a sistema
económico mundial, el neoliberalismo, cobra su elevada cuota
de dolor al norte del Río Bravo. En los Estados Unidos el
5.7 por ciento de la población económicamente activa está
desempleada, mientras que en Canadá es el 9.5 por ciento,
según estadísticas de la Organización para la Cooperación y
el Desarrollo Económico.
El pueblo de los Estados Unidos de América, esa
complicada amalgama de sangre británica e irlandesa,
española y mexicana, europea, africana y asiática,
latinoamericana e indígena, americana siempre.
El pueblo de los Estados Unidos de América, ese gran
olvidado a la hora de las solidaridades, ese gran recordado
a la hora de los reclamos. El pueblo de los Estados Unidos
de América, el pueblo que, a pesar de su gobierno, sabe
cuándo mirar hacia abajo, encontrar ahí al hermano y no a la
víctima.
No como víctimas, no como verdugos. Como lo que somos,
como hermanos, saludamos hoy al pueblo de los Estados Unidos
de América, dignamente representado en La Realidad.
Hermanos y hermanas de América:
Hoy, aquí, en La Realidad, debemos darle un lugar a la
memoria, a la historia, a ese espejo que nos recuerda lo que
fuimos, nos muestra lo que somos y nos promete lo que
podemos ser...
Hace 30 años, en 1966, después de haber estado en
ninguna parte, un hombre preparaba la memoria y la esperanza
para que la vida volviera a América. Ramón era entonces su
nombre de guerra. En uno de los muchos rincones de La
Realidad americana, este hombre recordaba, y en sus
recuerdos vivían de nuevo todos los hombres y mujeres que
vivieron y murieron por la vida de América. Su nombre y su
recuerdo fueron enterrados por los sepultureros reiterados
de la historia.
Para algunos se llamó Ernesto y se apellidó Guevara de
la Serna.
Para nosotros fue y es El Che.
En Punta del Este denunció la política del poder que,
desde las oficinas del Banco Mundial, proponía la
construcción de letrinas como solución a las graves
condiciones de miseria de los países de América. Desde
entonces la pobreza de América se ha desarrollado en la
misma proporción en que sus riquezas han sido saqueadas por
los ricos de siempre. La "letrinocracia" también evolucionó
pero sólo en el nombre. En uno de los países de América
tomó el paradójico nombre de "Solidaridad". Sin embargo, a
pesar de los espejismos nominales, el funcionamiento básico
de la "letrinocracia" sigue siendo el mismo: hoy, como
ayer, a los pobres les toca estar en el fondo de la letrina,
y a los ricos les toca sentarse en ella.
Su crítica al poder no se tradujo en el aval a las
deficiencias propias y en la apología de un sistema.
Criticando que al poder se le opusieran las mismas lógicas,
apenas maquilladas con un nuevo apellido, escribió en 1964:
"No pretendo haber terminado el tema ni mucho menos
establecido el amén papal sobre éstas y otras
contradicciones. Desgraciadamente a los ojos de la mayoría
de nuestros pueblos, y a los míos propios, llega más la
apologética de un sistema que el análisis científico de él".
Ciudadano del mundo, Che recuerda lo que ya sabíamos
desde Espartaco y que a veces olvidamos: la humanidad
encuentra en la lucha contra la injusticia un escalón que la
eleva, que la hace mejor, que la convierte en más humana.
Tiempo después la memoria y la esperanza le tomaron la
mano para escribir en su carta de despedida: "Un día
pasaron preguntando a quién se debía avisar en caso de
muerte y la posibilidad real del hecho nos golpeó a todos.
Después supimos que era cierto, que en una revolución se
triunfa o se muere (si es verdadera). (...) Otras tierras
del mundo reclaman el concurso de mis modestos esfuerzos".
Y entonces el Che siguió su camino. Al despedirse, por
decir "hasta luego", el Che decía "hasta la victoria
siempre" como quien dice "nos vemos al rato".
30 años después, en una de estas madrugadas en las que
la luna recupera pedazos de luz que el mordisco mensual del
tiempo le arrebata y un cometa disfrazado de focador hace su
posta inútil a la entrada de la noche, he buscado algún
texto sobre el cual apoyar las palabras de inicio de esta
reunión.
He ido de Pablo Neruda a Julio Cortázar a Walt Whitman a
Juan Rulfo.
Fue inútil, una y otra vez la imagen del Che soñando en
la escuela de La Higuera reclamaba su lugar entre mis manos.
Desde Bolivia llegan esos ojos entrecerrados y esa sonrisa
irónica diciendo lo que pasó y prometiendo lo que pasaría.
¿He dicho "soñando"? ¿Debí haber dicho "muerto"? Para
unos murió, para otros se durmió. ¿Quién está equivocado?
Hace 30 años el Che preparaba la transformación de La
Realidad americana y el poder preparaba su destrucción.
Hace 29 años, el poder nos dijo que la historia había
terminado en la quebrada del Yuro. Dijeron que la
posibilidad de una realidad diferente, mejor, fue destruida.
Dijeron que la rebeldía terminó.
¿Terminó?
Una rápida ojeada a la prensa de estos días puede
ayudarnos a responder:
En los últimos días de marzo se reportan diversas
manifestaciones contra las actuales políticas económicas y
de privatización que imperan en todo el Continente. El
neoliberalismo encuentra resistencias y rebeldías. Son
millones los que ignoran que la historia, y con ella la
dignidad, terminó.
El 28 de marzo las agencias internacionales Afp, Dpa,
Efe y Ansa informaron que en La Paz, Cochabamba y Santa
Cruz, en Bolivia, miles de personas se manifestaron en
demanda de aumentos salariales y en contra del proyecto de
privatización de los Yacimientos Petrolíferos Fiscales
Bolivianos. En Cochabamba la policía detuvo a 250
huelguistas de hambre, en su mayoría ancianos, que
protestaban por el mismo motivo. Ancianos rebeldes ¡Viva
América! El mismo día, pero en Paraguay, los trabajadores
iniciaron una huelga general en demanda del aumento salarial
del 31 por ciento y convocaron a un referéndum sobre las
privatizaciones. La democratización de las decisiones se
opone a la imposición de medidas económicas y educativas...
En esas fechas más de cinco mil estudiantes brasileros eran
reprimidos por la policía al protestar la política educativa
del presidente Fernando Henrique Cardoso.
En Chile, miles de agricultores bloquearon las
carreteras del sur del país, en protesta por su inminente
ingreso al Mercado Común del Sur (Mercosur), lo que
significará el desempleo de más de 800 mil campesinos. El
severo ajuste económico que se aproxima en Venezuela, motivó
ya un movimiento "cacerolero" y un creciente descontento
social. La globalización económica, el crimen moderno,
encuentran resistencia entre los clientes de la muerte que
vende.
Centenares de vendedores ambulantes se enfrentaron a la
policía peruana cuando pretendían desalojarlos del centro
histórico de Lima.
Más de 20 personas resultaron heridas. Para no hacerse
criminales, algunos pobres de América intentan el mini-
microcomercio.
Es imútil, para el neoliberalismo todo ingreso que no
provenga del robo y el despojo es "ilegal". En América los
inocentes llenan las cárceles, y los culpables las sillas de
gobierno.
Fuerzas policiacas antimotines reprimieron a miles de
costarricenses en la ciudad de Santa Ana contra la
instalación de un vertedero de basura. Más de mil toneladas
diarias de desperdicio que el neoliberalismo arroja sobre el
pueblo de Costa Rica, pero no lo hará impunemente.
Las entrañas de América protestan también. Simultáneo
al anuncio del inminente incremento al impuesto al valor
agregado, un temblor de 5.7 grados en la escala de Richter
sacude la ciudad de Quito, Ecuador.
Todo esto en sólo dos días... 30 años después.
¿Terminó la rebeldía?
Hace 30 años el Che soñaba y repetía el sueño de una
realidad transformada, nueva, mejor. El sueño de la
rebeldía. Ese sueño atravesó el tiempo y las montañas y se
repitió de nuevo, igual pero diferente, en las montañas del
sureste mexicano. El sueño que hoy nos convoca es ruptura y
continuidad con ese sueño del Che Guevara, así como su sueño
fue ruptura y continuidad de ese otro sueño que desveló por
igual a Simón Bolívar y a Manuelita Sáenz. En 1816, Simón
Bolívar y Manuelita Sáenz desvelaban el anhelo de una
América unida. La historia que vende el poder nos enseña
que el fértil desvelo que liberó Colombia, Venezuela,
Ecuador, Perú y Bolivia se truncó años después por las
fronteras que con sus muros fragmentaron el sueño
bolivariano. ¿Se truncó? En 1826, Bolívar concibe la
primera conferencia hemisférica de América, el Congreso de
Panamá.
Hoy, 170 años después y en La Realidad americana, el
sueño pospuesto de Bolívar se reanuda.
Cristal y espejo, el sueño de una América mejor se
acomoda hoy en el mejor lugar para soñar en La Realidad.
Y los autores intelectuales del delirio que nos convoca,
los locos que se atrevieron antes que nosotros a soñar
nuestro anhelo son: Manuelita Sáenz, Simón Bolívar, Ricardo
y Enrique Flores Magón, Emiliano Zapata y Ernesto el Che
Guevara.
180 años, 85 años, 80 años, 30 años después, somos y no
somos los mismos.
Somos el final, la continuación y el comienzo.
Somos el espejo que es cristal que es espejo que es
cristal.
Somos la rebeldía.
Somos la necia historia que se repite para ya no
repetirse, el mirar atrás para poder caminar hacia adelante.
Somos el máximo desafío al neoliberalismo, el absurdo
más hermoso, el delirio más irreverente, la locura más
humana.
Somos seres humanos haciendo lo que debe de hacerse en
La Realidad, es decir, soñando.
Pero se me ocurre ahora que lo más importante de soñar
en La Realidad es saber qué es lo que termina, qué es lo que
continúa y, sobre todo, qué es lo que comienza...
180 años después del desvelo de Bolívar y Manuelita
Sáenz, 85 años después de la profecía de los Flores Magón,
80 años después el sueño de Emiliano Zapata, 30 años después
del sueño del Che soñando el desvelo de todos los americanos
honestos y verdaderos, el día de hoy, 4 de abril de 1996, y
en La Realidad americana, a nombre del Ejército Zapatista de
Liberación Nacional declaro formalmente inaugurada la
reunión preparatoria americana del Encuentro
Intercontinental por la Humanidad y contra el
Neoliberalismo, siendo las (...) hora suroriental.
Hermanos y hermanas de América:
El gran poder mundial no ha encontrado aún el arma para
destruir los sueños. Mientras no la encuentre, seguiremos
soñando, es decir, seguiremos triunfando...
Bienvenidos hermanos y hermanas de América. Aquí en La
Realidad terminamos, continuamos, comenzamos... el sueño.
Y éste es nuestro sueño...
¡Para la América toda!
¡Democracia!
¡Libertad!
¡Justicia!
Desde las montañas del Sureste Mexicano.

Subcomandante Insurgente Marcos
La Realidad americana, abril de 1996.

(De Libertad, órgano de la Comisión Nacional por la
Democracia en México)

_____
Publicado en el suplemento de la Universidad Mayor de San Simón (Opinión/Cochabamba), 1996

Imagen: Emiliano Zapata, en un grabado de Ignacio Aguirre, c. 1960
Segunda imagen: Jens Lorenzen/Die Mauer IV, Element +4, Zapata, 2009

2 comments:

  1. Los gobiernos latinoamericanos se caracterizan por dar las peores respuestas posibles ante las justas demandas populares.

    Excelente artículo, estimado amigo.

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    1. Creo que este texto de Marcos es uno de los más importantes. Válido hoy como en el 96. Causó problemas al editor entonces. ¿Cómo osaba yo atacar a la revolución? Y hoy, con Morales, estamos en las mismas. Saludos, Jorge.

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