Monday, March 5, 2012

‘Diario secreto’ de C. Ferrufino, al vuelo


Pablo Mendieta Paz

Dudo que en lo que quede por vivir llegue a gustarme en algún momento, o pueda asimilar con un mínimo de buen grado, el lenguaje duro, incendiario y despiadado que relata hechos de similar naturaleza. Menos podría admitirlo si se lo explotara para simplemente recrear algo sin mayor contenido, o, peor aún, sin él.

En mi experiencia como lector es corriente tropezarme con escritores especialmente jóvenes que ante la desesperante carencia de recursos exploten tal lenguaje para suplir insuficiencia literaria; y como bandera, además, para dar a conocer tramas concebidas al cobijo de espíritus creativos consecuentemente muy delgados, raquíticos.

Pero lo bueno de todo es que todo es relativo, y a cada cual con sus gustos. Y ahí me ubico. Y por eso, si el rechazo a ese recurso siempre estará en mí, no puedo menos que aceptar con verdadero entusiasmo y complacencia que ese expediente sí vale cuando va profundamente ligado a una no menos honda y cimera urdimbre literaria como la que se va tejiendo desde la primera hasta la última página de Diario secreto, de Claudio Ferrufino Coqueugniot (Premio Nacional de Novela 2011); en cuyo recorrido uno se topa con toda suerte de vivencias: brutales, amables, sobrecogedoras, tristes, miserables, descarnadas (todas trágicamente reales, incluso las amables).

Y ellas, no importa cuántas (al final son innumerables), trascienden esencialmente incluso más allá de su propia sustancia, tal vez como una redundancia emparentada a la magia en su sentido más fabuloso; y entonces ya expuesto y definido el estilo, y de habérsele abierto las puertas, aquellas se unen estrechamente para configurar, lazo a lazo, una gigantesca tragedia existencial relatada con la auténtica maestría de un escritor que, por ella, será, en el sentido más cabal, un eterno procesado a ser libre en su exclusiva fecundidad literaria.

Publicado en La Razón (La Paz), 4/03/2012

Imagen: Wael Shawky/Cabaret Crusade: The Horror Show File, Fig. 63, 2010

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