Monday, May 14, 2012

"Justicia comunitaria"/MIRANDO DE ARRIBA


La "justicia comunitaria" que predican Evo Morales y sus secuaces se ha convertido en emblema nacional. Las huestes embriagadas, sangrientas e ignorantes, pasan a ser las ejecutoras de una ley a la que se ha epitomizado desde el gobierno.

¿Y qué es esta famosa "justicia comunitaria" sino carta blanca para linchar, abusar del poder en masa sobre víctimas desarmadas y muchas veces inocentes. "Justicia" similar fue la que se empleó en contra de la población negra de los Estados Unidos, con una lista de millares de asesinatos por delitos que iban desde los simples hasta los graves e incluso los inventados. La misma "justicia" que se empleó en la Europa oriental hacia los judíos en los pogroms; hacia los armenios en Turquía, los tutsi en Ruanda.

¿Cuál es la revolución que predica este mesías andino? No encuentro rastros de "su" socialismo en los anales históricos. En un país socialista, llámese Unión Soviética o incluso Cuba, el linchamiento sería
penalizado con juicio sumario y paredón, sin ambages ni retruécanos.
  
La soberbia del cacique, Evo, y la de su mayoral, García Linera, parecen no tener fin. El problema es que la historia muchas veces se vuelca y, como dice aquella famosa canción de la Guerra Civil Española, cuidado que la tortilla se vuelque y que estas dos luminarias locales pasen de victimarios
a occisos. Recuerden a Villarroel. La turba es un elemento impredecible y sólo toma un instante dirigir su ola asesina de un extremo a otro.

Lo peor es que se trata de dar un sentido mítico a esto de tomarse la justicia en propia mano. Darle un tono de asunto opuesto al del blanco opresor. No hay tal; linchar es un crimen mayor y debiera ser castigado con rigor. Si Evo Morales desea ejercitar un imperio de violencia en nombre de una premeditada ilusión, que lo haga en casa.

¿A qué se está llegando? A la paranoia, al terror. La gente en las ciudades teme salir al campo, como era tradición boliviana este intercambio continuo entre lo urbano y lo rural, producto no sólo del coloniaje y el patronazgo sino también de la simbiosis racial. En lugar de predicar unidad, el gobierno de Morales opta por escindir. Quizá cree en el adagio de dividir para reinar, que no se aplica en situaciones como las que Bolivia vive, y que si continúan así, tendrán dramáticas e irreversibles
consecuencias.

El imperio del pueblo no puede ser el imperio del terror. Y el líder sindical Evo Morales no tiene cualidades de estadista, ni las tendrá. Ni Linera tampoco. Para cada época e individuo siempre habrá un 9 Termidor.
2/3/08

Publicado en Opinión (Cochabamba), 03/2008

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