Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Las noticias de que el gobierno iraquí relajará su posición en cuanto a los funcionarios del antiguo régimen de Saddam Hussein era algo previsible. Con ello comienza a regenerarse el círculo enfermizo de la política exterior norteamericana que crea un monstruo, lo destruye y luego lo recrea para toparse eventualmente con el mismo problema del que se quiso despegar. Innúmeros ejemplos al respecto: Afganistán y el Talibán uno cercano, el futuro de una nueva casta militar en Iraq que con el tiempo llenará las mismas coordenadas del tirano Hussein y vuelta a empezar.
Las noticias de que el gobierno iraquí relajará su posición en cuanto a los funcionarios del antiguo régimen de Saddam Hussein era algo previsible. Con ello comienza a regenerarse el círculo enfermizo de la política exterior norteamericana que crea un monstruo, lo destruye y luego lo recrea para toparse eventualmente con el mismo problema del que se quiso despegar. Innúmeros ejemplos al respecto: Afganistán y el Talibán uno cercano, el futuro de una nueva casta militar en Iraq que con el tiempo llenará las mismas coordenadas del tirano Hussein y vuelta a empezar.
Ha cesado, en
cierta medida, la violencia de los insurgentes. La pregunta es si se debe eso
a un cambio de correlación de fuerzas o a que se percibe ya un Iraq sin
las tropas de la ocupación. Leía que la creación de una asociación de
choque sunita -en contra de Al-Qeda- tiene profunda implicancia en la
transformación del panorama. Se prevé entonces un Iraq sin
norteamericanos donde el poder se inclinará hacia el lado del más fuerte. Los
rebeldes sunis lo han comprendido y aprovechan ahora las armas, el dinero
y el entrenamiento de los estadounidenses para forjarse como grupo con
posibilidades de lucha ante un espectro shía de mayores proporciones (con
el espaldarazo de Irán). De pronto USA deja de ser un factor preocupante;
ahora es el imbécil al que hay que utilizar al máximo antes de la
llegada de los acontecimientos. USA no puede más que condescender ante
la realidad. Es tal vez la única manera de que salga con algo de cara de
una tragedia mayúscula producto de la estupidez y la ambición
particular de reducidísimos sectores.
Siendo el
gobierno del ahorcado Saddam una élite sunita, recontratar a los que trabajaron
para él apunta a intentar estabilizar aquella correlación de fuerzas de la que
hablamos. Acerca del futuro del país, oscuras nubes se ciernen y
anuncian un desastre todavía más grande, con incluso visos posibles de
genocidio.
¿Qué queda de la
campaña "reconstructiva y democrática" que Estados Unidos implementó en
Iraq? Cheney y sus asociados están más ricos que nunca, y el idiota de la Casa
Blanca, que quizá también se enriqueció con el dolor, se retirará airoso a
sus cuarteles de cowboy, porque no hay presidente norteamericano
que se retire acongojado y culposo. Igual, de aquí a unos años, inaugurarán
¡tremenda paradoja! una biblioteca nacional con el nombre de George W.
Bush. Así es siempre; no hay corte y menos juicio para los grandes
criminales del imperio. Basta ver al doctor Kissinger, asesino de masas, respetable
ciudadano que asiste sonriente a los bar-mitzvah de sus paisanos.
14/01/08
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Foto: Manifestación sunita en Irak
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