Wednesday, December 15, 2010
Negras nubes/MIRANDO DE ARRIBA
La culpa en este asunto de la política nacional, y regional, no debe ser unilateral. Que el gobierno es un espectáculo de desgobierno, no cabe duda, pero no en el buen sentido que equivaldría a evitar un exceso de poder en manos de los gobernantes, sino en el de cada quien haciendo lo que quiere, protegidos por ese ambiguo nubarrón de la NCPE. No unilateral porque la contraparte, la llamada oposición, es tan culpable como el Inca y sus mitanis por su extrema falta de claridad y con típicas y altoperuanas ambiciones que
doscientos años no han extirpado.
Fuera del contexto global, en el cual no interesa ya si Morales gana o pierde (ya que los dados han sido echados y dirimidos a inaccesibles niveles), al menos se podría hacer la parodia de una contraoferta decidida y amplia por parte de sus enemigos, pero la multitud de candidatos, con matices de arcoiris, a lo sumo llega a dar la impresión de un pimpollo que jamás se convertirá en madura flor.
Ante semejante venta qué puede decidir el comprador. Los que no se abstengan quizá elijan lo malo conocido, que con esos votos sumados al voto-recua obtendrá una victoria sencilla pero a la larga superflua.
Cúales serían los pasos para fundar una oposición sólida. Hablamos de Bolivia, en primer lugar, donde la mayoría carece de formación ideológica, y aquellos que sí la tienen -y volvemos al recalcitrante y dramático altoperuanismo- quieren todos ser presidentes o, ya que aires nuevos soplan,
incas o curacas, jucumaris y ulinchos, gentes o animales en este revoltijo que más parece un cuadro del Bosco que un país.
No hay opción entonces. Entonces, pues, no; no la hay. Significa tal vez que finalmente habrá que aceptarnos como somos y alternar entre Agustín Morales y Belzu, Linares y Melgarejo, o tener una dupla de pillos como Goni y Evo, casi seguidos, para no perder el don nacional del oprobio, así cantemos inútilmente Viva mi patria Bolivia, a pesar de que pensándolo bien esta es una obsoleta tonada, en tiempos de la torre de Babel y sus 36 lenguas, cada cual tirando hacia sí sin lograr nada.
Todavía a la comedia humana boliviana le faltan muchas puestas en escena. Algunas, como la ridícula brega entre el origen del diablo y del ekeko (cuando se habla de la unión y armonía de la indigeneidad "americana") muestran el grado de descomposición de esta sociedad a la que, como regalo del infierno, le cayó una dupla indio/señorito con veleidades de hechiceros y una oposición que parece un mal amarrado hato de cebada vapuleado por y en el viento.
31/8/09
Publicado en Opinión (Cochabamba), agosto 2009
Imagen: Olga Filipenko/Auftritt, 2010
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