Friday, December 17, 2010

Tejiendo historia/ECLECTICA


Me descorazono cada vez que compruebo el escaso respeto a las tradiciones culturales indígenas de nuestro país. Se pueden ver textiles andinos en museos etnológicos y artísticos del mundo, menos en Bolivia. Aunque ya es muy difícil recuperar los tejidos antiguos se puede todavía rescatar aquellos de un pasado reciente. Aguayos, ponchos y aksus se han hecho mercancía apreciada por extranjeros ávidos de adquirir, a precios módicos en relación a sus economías, el resto de nuestra herencia cultural. La mayoría de estas obras populares de arte escapa irremisiblemente de Bolivia y priva a las generaciones futuras de asideros concretos donde mirarse. Que se sigue tejiendo es verdad, pero no es lo mismo un aguayo multicolor y brilloso, hecho con acrílicos y químicos, que un tejido opaco, en oveja, llama o alpaca -vicuña nunca vi- teñido de manera natural con molle, cochinilla, índigo, y demás arcoirises. Tampoco es lo mismo la industria textil de Villa Rivero -cuyas mantas siendo hermosas representan un mínimo de los ancestros nacionales porque copian diseños sobre todo del Perú, que a pesar de ser también andinos no cumplen con exactitud la función de representantes nuestros- que los textiles auténticamente bolivianos cuyos elementos característicos los diferencian de otros.
Un entendido, y me precio de estar aprendiendo, puede casi con exactitud descubrir un tejido de Cacachaca con sus aves estrafalarias, entre los diseños romboides de la región de Macha o los míticos seres de la tradición potolo. Hay similitud entre los aguayos de Challa y Pongo con los de Tapacarí e incluso con los de Ayopaya, porque comparten un escenario geográfico, étnico e histórico común, manteniendo dentro de esta fraternidad sutiles particularidades.
Los admirables tejidos aymaras de Charazani en el departamento de La Paz, y los no menos valiosos de Sacaca en el norte de Potosí, pasando por los chuquisaqueños de Tarabuco en sus dos versiones: la adusta y seria de los tejidos negros, con sólo algunas líneas de decorado y la segunda con mantas plagadas de caballos, hombres, jinetes, y hasta camiones, en un entramado extenso y complicado, son algunas de las mejores representaciones textiles del país.
La Paz, Cochabamba, Chuquisaca, Potosí y Oruro se disputan la hegemonía textil. Unos no son mejores que otros. A pesar de que los tejidos en alpaca son superiores en calidad que aquellos de llama, por ser más suaves y manejables, la versatilidad de los diseños puede alcanzar la misma fineza. Depende de los gustos. A mi esposa le gustan las lanas guindas de Caripuyo o algún tejido menos sobrio de Caiza. Personalmente, aprecio todos. De Llallagua proviene un mundo multicolor, hecho mayormente de líneas verticales; rombos dentro de rombos de Tapacarí; una magnificencia artística sale de la provincia más pobre de Cochabamba, Bolívar y, gracias a la pequeña industria textil indígena, se descubren nombres dormidos como Culta, Pazña o Cocapata.
19/8/03

Publicado en Lecturas (Los tiempos/Cochabamba), agosto 2003

Imagen: Mapa de textiles de Bolivia

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