Monday, August 23, 2010

El país sin Evo/NADA QUE DECIR


El filme “Entierren mi corazón en Wounded Knee” (Yves Simoneau/2007) trata del drama de los sioux en los Estados Unidos, desde el momento en que el jefe Nube Roja acepta trasladar su pueblo a una reservación, hasta el asesinato de Toro Sentado y la posterior masacre de la población india en el arroyo Wounded Knee. Verlo no únicamente despierta sentimientos violentos hacia el poderoso, el rico, el blanco, también justifica la emergencia hoy de la voz indígena en la arena política.
Con las diferencias de cultura, época, etnia, etc. el expolio del indio americano ha sido similar en todo el continente. Historia de crimen y de mentira, marca de manera indeleble el futuro de las naciones involucradas, ya sea en limpieza étnica (Estados Unidos, Argentina), o en esclavitud (México, Bolivia). Ello determina la ausencia de una identidad nacional en aquellos países que eliminaron al indígena, o en una simbiosis cultural mestiza en aquellos que lo asimilaron como fuerza barata o gratuita de trabajo.
Ellos, a no dudarlo, fueron los damnificados de la historia, y no hay pretexto válido para explicar lo sucedido. No extraña que los representantes de las naciones indias de Norteamérica recuperen la imagen de Evo Morales como la de triunfo y validación de una importante herencia. Tienen razón, como la tienen los afroamericanos con la elección de Barack Obama.
Ese es un aspecto de la cuestión. Elegir a Morales como presidente de Bolivia implicaba el reconocimiento del aporte indio a la cultura nacional, además de una mínima retribución por el inmenso daño causado. Más que eso aun, la constancia de que no se podía ya eludir la presencia política de algunas etnias numerosas. El tiempo del gobierno oligarca, racista, clasista, supuestamente terminó. El voto por Evo era, en el momento, un voto de conciencia, de aceptación de una diversidad largamente olvidada. Su abrumador triunfo venía cargado de esperanza.
El resultado distó mucho de lo esperado. En lugar de un líder que comprendiera la magnitud de lo que ocurría, apareció -o reapareció- un individuo vanidoso, un tirano verticalista que no ofrendó su victoria a la obtención del futuro, sino que la alquiló a su soberbia mientras, al mismo tiempo, la entregaba a las feroces ambiciones de los cuervos de la revolución: la izquierda nacional y su caterva de señoritos, entre sociólogos y politólogos, amén de la recua traumatizada que sigue a cualquier movimiento “popular”. La importancia del cambio presumido se desvaneció, y quien pudo haber logrado tanto prefirió un circo de fútbol y rabietas más una gran mano extendida de limosna para pagar su “transformación” de la sociedad boliviana.
Hoy, con el barril de petróleo a menos de $us 50, quizá una movida norteamericana en asociación de sus amigos sauditas para descartar a Hugo Chávez, la “revolución boliviana” se seca y las estupideces de García Linera acerca de defenderla no bastan… sobran, porque no hay nada que defender.
¿Cuánto pierde Bolivia en la inminente caída de Evo Morales a un plazo no muy largo? La posibilidad de lo que fue y el largo intervalo que sucederá para repetir lo positivo que presagió y que resultó traicionado.
5/12/08

Publicado en Puntos de vista (Los Tiempos/Cochabamba), 7/12/08

Imagen: Librito de una colección antigua de literatura mexicana para niños

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