Claudio
Ferrufino-Coqueugniot
Tantos restaurantes y tan poco tiempo, dice mi hija Emily, sibarita que combina
salsa de maní con asado y mote con tallarín, que hace la salsa guatemalteca más
picante y más rica con habaneros retostados. Tan poco tiempo para comer lo que
se ofrece que hay que discriminar y adecuarse a las breves y simples
posibilidades de que disponemos. Lo mismo con el cine: tanto que ver y
demasiada imposibilidad.
Para un artículo propuesto como éste lo mejor es obviar las convenciones y extraer
de la videoteca, al azar, un grupo cualquiera de DVDs. Cierto que así no
discriminamos y dejamos a la suerte el resultado, mas ya que hablamos de
películas ya vistas, la diversión es perdonable.
La primera opción es "Austeria" (Polonia, 1984), filme de Jerzy Kawalerowicz. Es
una pena que del cine polaco sólo conozcamos a Kieslowski. No quito su mérito
ni su maestría, pero la obra de cualquier país es mucho más que el trabajo de
un individuo, en literatura, en cine, en política... Para mí Andrzej Wajda es
lo mejor de Polonia, en sus películas convencionales (por así decirlo), no en
aquellas que fueron coyunturales en un momento de aquel país en vísperas de la
caída del comunismo. Magistral también fue su "Dantón", de la
historia de Francia.
Retorno a "Austeria", una cinta que trata de un grupo de judíos
huyendo de los cosacos en la ofensiva rusa de 1914 (leer Solzhenitsin). Se
refugian en una posada fronteriza donde el dueño es igualmente judío. Lo
interesante es observar entre los distintos conjuntos hebreos, hasiditas y
demás, y saber que no se puede describir a este pueblo bajo opiniones -o
anatemas- generalizantes. Su complejidad es tan enrevesada como cualquier
otra. Bella fotografía de la Galitzia polaca, verde y nebulosa, región de
magia y misterio, en Sienkiewicz, en Schulz, en Bashevis Singer.
Nominada para el premio al mejor filme extranjero de la Academia
norteamericana, "Downfall" (Alemania, 2005), se añade a la lista de
filmes controversiales, en un tema que la gente evita poner en controversia:
Hitler y el nazismo. El director Oliver Hirschbiegel trata de los últimos días
del Tercer Reich en el búnker de Berlín. Bruno Ganz hace el papel del Führer
con la profesionalidad que lo caracteriza.
Basada en los diarios de la secretaria Traudl Junge, tenemos una visión humana
de lo que sucedía bajo tierra. El imperio germánico ha perecido, las hordas
asesinas corren en masa a refugiarse con los norteamericanos ante el
avasallador e impiadoso embate del Ejército Rojo. Berlín resiste como puede y
la cabeza del Reich se amarga ante la ‘traición’ de todos. Ya no es Hitler el
genio dominador; es un pobre hombre acabado, tratando de asirse a cualquier
esperanza que impida la destrucción de su reino ¿su filosofía? Sucumbe ante la
realidad. Su muerte, planificada, carecerá de grandeza; fin premeditado de
alguien que ya no quiere vivir, que, de algún modo, se volvió ajeno al entorno;
un hombre ansioso de descanso. No Goebbels, y, por encima, la mujer de
Goebbels, fanática a la que el mismo Führer rechazará. Los Goebbels envenenan a
sus hijos y mueren, sin gloria alguna...
‘Bizarra y despiadada’, dicen los críticos Siskel & Ebert de
"Profundo carmesí" (México, 1996). Arturo Ripstein garantiza
desde muy temprano una posición de privilegio para el cine mexicano en el
contexto mundial. Su fílmica recrea en imágenes lo que Juan Rulfo quiso
mostrar: un universo como flotante, latente, más que mágico, hechizado. En
Ripstein, como también en Rulfo, el ambiente rural excede su medio, no es que
se inmiscuya en otro entorno, o que se yuxtaponga a él, simplemente pertenece.
No se puede afirmar que ninguno de los dos, literato y cineasta, fuesen
‘costumbristas’ como algunos califican a todo lo que tenga algo de campestre.
El universo de Ripstein es casi surrealista, como surreal es México con sus
plácidos lagos de flores y calaveras de caramelo.
"Profundo carmesí" es una historia de la crónica roja hecha arte.
Una obsesiva mujer que abandona a sus hijos por un gigoló local. Celos y ambición convergen en una
arista que llegará a ser insalvable, que
destruirá a la pareja de amantes luego de un
sangriento reguero de hechos truculentos. El ambiente no puede ser más
adecuado. Espacio de desolación, de viento y árido, de olvido, mezquindad y
miseria.
El año 2000 Arturo Ripstein dirigió "La virgen de la lujuria". Ambientada
en un café al que acuden refugiados republicanos españoles que planean matar a
Franco, el director desenvuelve otra historia de pasión, amor enfermizo y
desventurado. Aunque no alcanza la magnitud de "Profundo carmesí",
esta película es una odisea de color. Tomas que se acercan al arte de la
pintura de manera asombrosa. Ante la capacidad técnica del decorado, el
argumento y la actuación pierden significado, o trascendencia.
Mis sobrinos me habían aconsejado ver "Irreversible" (Francia, 2002),
de Gaspar Noé. Advirtieron de la crudeza de las imágenes. La bella Mónica
Bellucci es víctima de una brutal violación en el paso subterráneo de una
avenida cualquiera. La trama se desarrolla durante un día y comienza con un
chocante asesinato, a partir del cual se irá revirtiendo el texto. Me pregunto
si la validez de esta cinta está en la dureza de sus acciones (me remito hasta
"Man Bites Dog", de Rémy Belvaux), la violencia como generadora de
arte y hasta de belleza. ¿Qué diferencia a una crónica policial sobre un hecho
semejante de una obra de arte? Respuestas múltiples que tal vez en esencia se
refieran al contexto del artista, la manera de decirlo o de mostrarlo, la
ambigüedad de las situaciones, la angustia y la esperanza, la incertidumbre, la
subjetividad, el estilo, la abstracción...
"Dillinger"
(Estados Unidos, 1973) es una de las muchas excelentes películas
norteamericanas sobre gánsters. John Milius triunfa al recrear el aire festivo
y mítico que caía sobre aquellos que podían desafiar al sistema que los había
traicionado (eran tiempos de la Gran Depresión). A propósito o no, el director
ubica al espectador en un claro posicionamiento en favor del criminal y su
banda, común en la fílmica mundial ("Charuga", Croacia; "El
elegante criminal", Francia; "El Pibe Cabeza", Argentina;
"Gotti", Estados Unidos).
A pesar de que los críticos separan a "Dillinger" de "Bonnie & Clyde"
creo que ambas no sólo comparten una misma ubicación histórica, y un mismo
espacio geográfico, sino un espíritu similar, característico del cine
norteamericano y de su media que quizá inconscientemente asumen la grandeza del
crimen como el último acto individual. Ya notado por Octavio Paz, este fenómeno
ha producido en el cine de ese país obras maestras como "El padrino",
de Coppola, y la fascinante "Badlands" de Terrence Malick,
contemporánea del "Dillinger" de Milius.
El papel amenaza con
terminarse y disto de alcanzar la docena de filmes visitados. Pero no quiero
pasar por encima de "Volver" (España, 2006) que implica el feliz
retorno de Pedro Almodóvar al buen cine. Luego de un trecho abrupto en
creatividad, que incluye a "La mala educación", el genio español
retoma con "Volver" su carisma irreverente, genuinamente divertido.
El armazón de esta muestra ya se incluía en algún detalle de su antigua
"La flor de mi secreto", como argumento de cierto libro de la autora
personificada en la cinta. Implica ello, quizá, un retorno a las fuentes
inspiracionales que lo hicieron grande. Aunque sus actrices favoritas (Carmen
Maura...) ya envejecieron, Almodóvar puede aún sacarles momentos
extraordinarios. Ni qué decir de la hermosa Penélope Cruz, madura ella y maduros
sus senos, que redondea una perfecta actuación.
"300" (Estados Unidos, 2007) abarca variados aspectos de la vida
contemporánea. La recreación de la epopeya de Leónidas y sus trescientos
espartanos en las Termópilas, cae justo con el conflicto actual (no sólo en
Irak) de la confrontación eterna entre Oriente y Occidente, entre Europa y
Asia: Aquiles contra Héctor, Alejandro contra Darío. "300" es una
joya visual si excluimos de su esfera una ideología barata e ignorante. La
destrucción del hecho histórico, su tergiversación, no es inusual y puede ser
aceptada como cualquier adaptación artística que no necesariamente debe
cerrarse entre cánones tradicionales de certeza histórica. Zack Snyder logra
una magnífica visión del pasado, que puede a la vez ser futuro, en mezcla de
claroscuros y ocres donde la guerra es un horrísono río de sangre. El comic
trasladado a la pantalla. La antigüedad mezclada con el porvenir, la fantasía
en lo real. Culminación de un espíritu que se desarrolló en los Estados Unidos
los últimos veinte años, que percibí cuando comencé a coleccionar esas figuras
animadas que representan monstruosos guerreros medievales, salidos de la
historia y de los sueños grotescos de las épocas oscuras (Dark Ages), de la
imaginación y el mito, de los celtas y los autores góticos.
Termino con "Amarillo Mango" (Brasil, 2003). Premio CICAE del Foro
del Nuevo Cine, Berlín. Claudio Assis, quien dirigió, dice: “El universo aquí,
es el de una vida-satélite, el de los tipos que giran en torno a una órbita
propia, coloreando la vida de un amarillo hepático y pulsante y no del amarillo
del oro y de la abundancia”. Muestra la existencia en una gran ciudad,
Recife, donde cada cual sobrevive como puede y se divierte como puede. La
abyección se asocia muchas veces con la miseria y es, en la miseria, donde
parece más detestable y estrambótica. "Amarillo Mango" supera en
calidad fílmica, argumento, dirección y actuación a "Ciudad de Dios",
aclamada internacionalmente. Varias pueden ser las causas. Recife no es Río de
Janeiro y su conjunto de historias individuales no alcanza la importancia
social de las favelas de Río. No intenta Assis desenmascarar una realidad
conocida. Relata vidas personales, cada una con tragedias y triunfos acordes a
sus perspectivas, de una clase miserable o una clase media en proceso de
empobrecimiento o desaparición.
Cuando los medios de supervivencia son limitados
también lo es la visión del mundo. Y los pequeños individuos de Claudio
Assis se concentran en una región física de la que no podrán salir. El título, sin
embargo, "Amarillo-Mango" viene de la última escena cuando uno de los
personajes femeninos, hastiado de su vida y con deseo de cambio, le dice al
peluquero que le tiña el renegrido pelo y lo cambie por amarillo, "amarillo
mango"... ¿dejo de esperanza?
27/09/2007
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Publicado en
Brújula (El Deber/Santa Cruz de la Sierra), 13/10/2007
Imagen 1: Afiche polaco de "Dantón", de Andrzej Wajda, 1993
Imagen 2: Afiche
de un ciclo de cine de horror