Monday, June 27, 2011

Elusivo Kurdistán/MIRANDO DE ARRIBA


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

En los años ochenta, en París, la juventud kurda se reunía para analizar, bajo puntos de vista marxistas, los pasos a tomar en su lucha por crear y unificar una nación. Miembros del partido comunista turco asistían como invitados en nombre de la revolución internacional. Inspirado -hasta obnubilado por lo agreste del paisaje y la fatalidad- por la película Yol (1982), dirigida por Serif Gören bajo las precisas instrucciones del escritor Yilmaz Güney, desde su celda en una cárcel turca, y producida en Suiza, yo asistía a conferencias en un lenguaje desconocido y aprendía de memoria el himno de liberación kurdo, una fiesta instrumental y emocional.

En Viktor Schklovski y sus relatos de la guerra civil rusa de 1918-21 y las avanzadas soviéticas en las naciones musulmanas, los kurdos aparecían, a la par que persas, armenios, azerbaijanos, georgianos y afganos, dejando constancia de una férrea identidad nacional siempre postergada por los intereses imperiales. El Kurdistán era una realidad encubierta y trágica. A pesar del internacionalismo proletario y la ilusoria desaparición de las fronteras en un mundo de solidaridad y hermandad, los marxistas kurdos soñaban con una patria liberada en medio de la asombrosa geografía de la región.

Hoy, con el irresponsable e ignorante mister Bush, gladiador tambaleante destrozando lo poco que dejó Saddam Hussein de Irak, Kurdistán aparenta tener una posibilidad de vida: aprovechar la estupidez y angurria de los norteamericanos para fundar un país. No es tan simple. Ya lo dijo Donald Rumsfeld, secretario, que no se permitirán disturbios en el norte de Irak con sus ricos pozos petrolíferos, que lo conquistado no debe disgregarse.

Aparte de los intereses propios, también hay que proteger los de los aliados turcos que no aceptan una parte independiente del Kurdistán porque ellos, al igual que Siria e Irán, sojuzgan la otra. Pronto los traicionados serán los kurdos, cuyo sufrimiento se agitó en los salones mundiales como una razón primordial para una intervención en Irak. Nadie desea un Kurdistán libre, sobre todo si el nuevo país se adueña de los campos de petróleo. Como prevención, y en una sórdida movida política, los Estados Unidos venden las aspiraciones kurdas a los turcos. Estos últimos, a fin de asegurarse que el trato se cumpla, alistan su ejército opresor en la frontera para la masacre. Quizá no de inmediato, pero a ambos, Turquía y Estados Unidos, allí se les volcará la tortilla. Y quema.
23/03/03

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Publicado en Opinión (Cochabamba), marzo, 2003

Imagen: Mapa del Kurdistán

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