Claudio
Ferrufino-Coqueugniot
Poeta ruso.
Bajemos, dulce Esenin, a la taberna rusa. Allí y acá los campesinos huelen y las putas se mofan de nuestros escritos.
Quizá en el vaho y en los cráneos rotos volvamos a hallar el perfume de los abedules o el llameante trigo de la tierra.
La aldea de Konstantinovo duerme la noche secular. El día que nació Esenin los árboles abrieron grietas en sus troncos como queriendo gritar. La isba subió al cielo infernal como fuego.
Trashuma el poeta y nombra femenino al barro. Amalgama un verso negro y blanco; acaricia vientres y destroza platos. Todo bajo las cúpulas del “Moscú tabernario” donde agoniza.
Ama como sabes, Esenin. Ama y luego corre a ahorcarte, a abrirte las venas, a escribir con sangre. Muere como vives, dulce Esenin. Toma, te regalo una cuerda…
Bajamos a la taberna y subimos también a las laderas de los cerros de mi ciudad. Allí, en una casa de maullantes gatos, nos amamos, una mujer y yo, no en el nombre de Dios, Esenin, sino en el tuyo y en el de los que son como tú.
enero, 86
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Publicado en Presencia Literaria (Presencia/La Paz), 26/11/1989
Publicado en
Suplemento Literario (HOY/La Paz), 5/04/1992
Foto: Esenin con Isadora Duncan, 1922
Que poesía tan suelta, libre. Felicidades a posteriori. Muy buena foto del hermoso poeta y la bailarina intrepeida.
ReplyDeleteEsenin ha sido vital en mi escritura, la de los primeros años jóvenes. Como tantos otros rusos.
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