Thursday, June 23, 2011

La razón de Polonia/ECLÉCTICA


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Si pensamos que Polonia pasó de ser una de las mayores potencias europeas al país desaparecido por excelencia, nos preguntamos si su recreación, como resultado de la Primera Guerra Mundial, fue válida, merecida y correcta.

Entre los siglos XVI y XVII se extendía desde Crimea al Báltico, de las puertas de Smolensk hasta el Elba. Antecede con mucho, hablando de poderío, a su después par moscovita. Polonia significaba una cuña múltiple entre un occidente supuestamente civilizado y un oriente primitivo, racialmente mezclado por las sucesivas invasiones mongolas; entre la religión y el Islam con cabeza de turco; entre la mesura cristiana y la feroz ambición teutónica; entre la monarquía absoluta y la representativa; y, más adelante, como freno a la expansión protestante sueca, aspectos todos que la hacían nación primordial en el contexto europeo.

Luego de la gigantesca rebelión cosaca de 1648, declina. Las interminables guerras dan paso a derrotas y gobiernos títeres para finalizar con su partición entre sus vecinos. El desmembramiento polaco se hace contínuo con una breve interrupción napoleónica que da cierta independencia al Gran Ducado de Varsovia.

En Bakunin se percibe, hablando de la fracasada insurrección de 1863, el profundo sentido nacional polaco. Pueblo que en medio del martirio nunca dejó de sentirse único e independiente y que fundó y creó, a escondidas, una sólida Polonia fantasmal, aunque parezca contradicción.

El cineasta polaco Andrzej Wajda, recurriendo a un drama de Stanislaw Wyspianski, hizo "La Boda" en 1972 y ejemplificó, en la Cracovia de 1900, cómo la independencia nacional se agitaba en todas las clases sociales como algo espectral, plagado de mitos y esperanza. Su mensaje diría: Polonia está viva, detrás nuestro se mueven centenas de años y todos los muertos.

Los bolcheviques toman el poder en Rusia el 17. La Entente sabe con certeza que Alemania ya perdió la guerra, y que su retirada de Ucrania, Rusia Blanca y los países bálticos dará como resultado un vacío de poder que aprovechará la marea roja para extenderse desde Moscú hasta Berlín. El espíritu de Polonia pervive; qué mejor que reinventar el país y ponerlo como tapón entre el oeste y el socialismo. Se ha decidido: Josef Pilsudski, la guerra polaco soviética de 1920, la anexión de vastas regiones de Ucrania, Bielorrusia y Lituania, la eliminación física de los tempranos soviets polacos son su resultado. Polonia, que merece sin duda vivir, ha visto sus intereses nacionales manipulados otra vez.

Nicolás Ostrovski, el ciego y paralítico novelista soviético, retrata este proceso histórico en "Hijos de la tempestad". E Isaak Babel, soviético también, judío y cuentista, lo reafirma desde un caballo siendo soldado de uno de los pocos militares que sobrevivió a Stalin: Budionni.
26/01/03

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Publicado en Lecturas (Los Tiempos/Cochabamba), enero, 2003
Publicado en Fondo Negro (La Prensa/La Paz), febrero, 2003

Imagen: Poster polaco de propaganda.
Guerra polaco-soviética, 1920


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