Wednesday, June 15, 2011
Las tierras de Dios/MIRANDO DE ARRIBA
Claudio Ferrufino-Coqueugniot
El patriarca Abraham compró una cueva para que fuera su tumba en lo que hoy es Hebron, o El Khalil para los árabes. De ahí que los judíos ortodoxos consideren una necesidad el vivir allí con exclusividad, aunque Abraham sea venerado por ambas religiones.
El 15 de noviembre, un grupo armado palestino emboscó a creyentes hebreos y a sus guardianes en la ciudad, renovando una tradición de masacre que se remonta a 1929 y a 1980 cuando colonos judíos fueron muertos por sus parientes musulmanes. Cuando Israel tomó Cisjordania en la guerra corta, el 67, fundó la colonia de Qiryat Arba, pegada a Hebron, donde aún viven cuatrocientos israelitas, altamente protegidos, al lado de ciento cincuenta mil palestinos.
El sábado 16, al día siguiente de la matanza, estudiantes religiosos, armados con sofisticadas ametralladoras, levantaron carpas y establecieron un nuevo asentamiento judío en el sitio. Sharon y su ejército de inmediato desplegaron la fuerza necesaria para protegerlos, rodeando el lugar de altas barreras de concreto y alabando el valor y la religiosidad de estos soldados de Yaveh que intentan establecer el reino de Dios en la tierra, únicamente para judíos. Nuestra respuesta a los árabes, dicen, es: ahí donde ustedes nos ataquen, ahí permaneceremos. Otro nuevo colono predice una ciudad sin árabes en veinte años, a no ser que los árabes "se porten bien, nos sirvan y reconozcan que Dios personalmente cedió estas tierras al pueblo elegido"; sólo así podrán quedarse. Como buen religioso, este estudiante de yeshiva se marea en su ignorancia y desafía las leyes de la historia.
La nación judía, en todo el mundo, está en proceso de envejecimiento, lo contrario de su contraparte árabe. Quizá la historia se desdiga y sea posible un gobierno de ancianos armados sobre poblaciones fuertes y jóvenes. Caso contrario la suerte de Israel está echada; a no ser que -siguiendo con las posibilidades- reconozca que no puede continuar con anteojeras como las mulas y mire a su alrededor y comprenda que su supervivencia radica en la diversidad, de sangre y pensamiento. Para eso tendrán que contar con ablandar la testarudez y el rencor de sus rivales, cuestión difícil porque la intransigencia judía, como la de Netanyahu y Sharon, aviva la copia árabe de Hamas y la Jihad islámica; ambos hacen intervenir dioses y Alás en un asunto que se resolverá tarde o temprano como un problema demográfico y no religioso. En cuestiones concretas hay que ser claros y precisos: el único Mesías válido y real es el de Haendel.
24/11/02
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Publicado en Opinión (Cochabamba), noviembre, 2002
Imagen: Colono israelita de Qyriat Arba/fotografía de Hazem Bader, 2008
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