Sunday, March 27, 2011

Antorchas humanas/MIRANDO DE ARRIBA


La televisión australiana muestra imágenes de soldados estadounidenses quemando los cuerpos de dos combatientes talibanes muertos en Afganistán. Para desgracia suya fueron filmados por un periodista extranjero. Se habla de investigación, de que el asunto no representa la moral nortemericana ni una política particular de las fuerzas ocupantes. Pueden decir lo que quieran pero carbonizar seres humanos es práctica común de todos los pueblos, y el norteamericano no se excluye. Se practicó como castigo, intimidación y etcétera, en Vietnam, en Corea; cuando Francisco Villa invadió el pueblo de Columbus, Nuevo México, en 1916, al retirarse los jinetes mexicanos dejaron bajas de los suyos en el campo. Los soldados estacionados allí, y la población civil de Columbus, reunieron enemigos muertos y heridos y les prendieron fuego, además de iniciar una caza de brujas de inocentes braceros y sus familias. Huelga decir que hay multitud de fotografías de seres calcinados, afroamericanos, en la festividad familiar blanca que significaba cada linchamiento.
El caso de estos dos hombres del Talibán -célebre éste también por su crueldad y abuso- tiene sin embargo especial significancia. Bajo la ley islámica aparentemente la muerte por quemazón impide la entrada al paraíso, lo que implica que los dos infortunados están condenados por la terca religión a penar la eternidad. La bravuconería de unos cowboys que creen estar en temporada de caza en ultramar, empuja aún más el odio que se va creando en el mundo en contra de los Estados Unidos. Lo tragicómico es que estos mismos valentones pegan el grito y lloran cuando aquello pasa con sus hombres. Se creen exentos de culpa y no reconocen ley internacional de crímenes de guerra; todos son criminales, menos ellos.
Intentan una práctica intimidatoria que ya fracasó con los soviéticos. Los afganos combatieron, a tiempo que esperaban, por diez años para librarse del imperialismo ruso. Y lo lograron, con una guerrilla tenaz, casi invisible, desangrante. A Estados Unidos no le irá mejor. El cuervo que tienen de presidente en Kabul no sobrevivirà el retiro de los invasores, quienes perderán a sus soldados uno a uno, de manera cada vez más cruel, para enseñarles que también los vencidos y los débiles tienen espacio para la venganza y la ira.
Qué ganan con un grupo de imbéciles desecrando los cuerpos de los rivales caídos. No ayudan a la gloria de los Estados Unidos, que se empaña más mientras México les roe los talones.
23/10/05

Publicado en Opinión (Cochabamba), octubre, 2005

Imagen: Alex Majoll/Northern Alliance troops marching, Dasht-e-Qala, Northeast region, Afghanistan, 2001

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