Thursday, March 3, 2011

Escribir en Bolivia. Cuatro narradores opinan



El fin de semana pasado se realizó en la ciudad de Cochabamba el encuentro de escritores de todo el país donde debatieron en torno a la consigna “El escritor como lector de la literatura nacional actual”. Extractamos fragmentos de los textos leídos por cuatro de ellos

Claudio Ferrufino: El escritor y sus vínculos


Se debe partir de la premisa que ser escritor o editor en la Bolivia actual no es negocio; no se vive de eso. Contrariamente a lo que parece, debido al crecimiento poblacional, cada vez se lee menos porque cada vez se compra menos. Al no haber un fondo nacional para las artes, o si al existir no sirve, artista y productor divagan en la orfandad. No se puede pensar, por ejemplo, en el cine mexicano actual sin el apoyo económico, el patrocinio del fondo para las artes, y una burguesía progresista a la que le interesa invertir en la cultura nacional. Bolivia no cuenta ni con lo uno ni con lo otro. El ministerio de Cultura, al igual que todo el sistema gubernamental está a punto de caerse. Pilares endebles sostienen al país y la permanencia de Bolivia como nación independiente se relaciona más con la magia que con la política internacional. En lo desolado de este paisaje, el escritor nacional se adecúa a sus escasas posibilidades y crea a pesar de ellas; produce, quijotescamente, textos en cantidades ínfimas, e íntimas, cuya trascendencia no superará más que reducidos espacios de amistades, círculos de lectura o eruditos. ¿Cómo salir de ambiente semejante?. El arte y la literatura, encuentran sus maneras de prescindir del espacio alrededor y de manifestarse de todos modos. Pero una cosa es crear y otra que la creación pueda ser difundida. Y arte sin público es huérfana vanidad. El problema radica en que la minimización del espacio editorial reduce las capacidades productoras del autor. Existe una suerte de decantación obligada donde pocos crecen y muchos se ahogan, sin necesidad de que ello signifique la persistencia de los talentosos y el fin de los mediocres. Por lo general se da el caso opuesto y es el imperio de la mediocridad el que subsiste y se retroalimenta en una cadena cuyas ramas tocan espacios diversos. El material de que dispone el autor boliviano, aparte de aquellos subjetivos que son inherentes a un patrón humano común, es de impresionante riqueza... El escritor, como serio representante de la cultura nacional, si existe una, o se propende a una, necesita un espacio apto. La literatura es la ventana por la que podemos mirar, en retrospectiva y también hacia el futuro, la vida de las naciones. Si no se le dan los medios de hacer esta representación, de plasmar el paso de su nación sobre la historia, el escritor es un talento traicionado, y, sobre todo, un ciudadano engañado, lo que viene ya a ser una cuestión política que empuja a soluciones político-sociales. Simple respuesta de complicados resultados. No permitir un desarrollo normal del arte nacional, vetar la cultura como se hace en Bolivia, empañarla y disminuirla, significa que quien gobierna no tiene, o la habilidad, o el carácter o la buena voluntad de hacerlo entre muchas otras cosas que también debieran realizarse. Se debe prescindir de los obstáculos prescindibles, llámense éstos ejércitos, iglesias, partidos políticos, corrupción, personas que impidan el progreso. Pero viendo el panorama boliviano, la falta de ideario y de ganas, el tiempo que camina hacia atrás, tal vez no sea posible.

Publicado en Brújula (El Deber/Santa Cruz de la Sierra), 9/agosto/2003

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