Saturday, March 12, 2011
Contratapa para El Tratado sobre la Gangrena
Hay que ser cuidadosos hablando de la obra de Darwin Pinto Cascán. El por qué se responde en la presencia de un fenómeno inusual en la literatura boliviana, tal vez el más contemporáneo de la obra conocida de los autores locales. Una obra, además, no en ciernes, pero en proceso de maduración hacia algo que puede tener grandes -y largos- alcances.
El tratado sobre la gangrena, Sabayoneses y la esperada continuación de esta saga tienen rasgos que los enlazan con García Márquez, Faulkner, Bierce, quizá Lovecraft y otros, sin deberles su autenticidad y sus propios movimiento y destino. Hablamos de herencia pero no de influencia, de rasgos comunes pero no de imitación, de temáticas que se conjuncionan y se exceden en Darwin Pinto, cuyo rango fluctúa entre lo mágico y lo histórico, entre lo oscuro y lo luminoso, con atisbos de novela negra, de comic, de esa afición de la última década de reavivar mitos del pasado con características del presente, cópula fructífera de lo muerto y de lo vivo que permite deambular por universos de infinitas posibilidades: el retroceso de la historia, lágrimas derramadas que retornan a los ojos de las lloronas, espectros que penetran concretos en lo cotidiano de Sabayón, tierra levantada por los Drake, construida y destruida por ellos, efímera y eterna, como ellos mismos.
Bolivia y Santa Cruz son y no son, son Sabayón y no, Santa Rosa y no. Presente y pasado, y futuro en ambiguo perfil. La historia se desarrolla, lo entendemos así, en su territorio, pero los hechos y personajes trashuman sin desparpajo por cronología y geografía universales y oníricas. La irreverencia junta hitos que pueden existir ajenos o que suelen estar conexos. Picuiba y Burdett O'Connor, Nanawa y Otto Felipe Braun, confederados de la Guerra de Secesión con piratas y nobles de los estruendos de la colonia.
Libros de puro entretenimiento, sin liviandad, donde la palabra se hace imagen, la novela comic, la narrativa cine, todo sin desbocarse de los márgenes imaginarios de un libro impreso, a su vez reducida jaula que dista mucho de atrapar la abundancia que escapa de una magnífica prosa y tremendos convidados.
claudio ferrufino-coqueugniot
aurora, 9 de marzo 2011
Imagen: Darwin Pinto Cascán en una ventana de Sabayón
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