Thursday, March 17, 2011

El dinero de afuera/MIRANDO DE ARRIBA


Convivo con mexicanos, peruanos, cubanos, guatemaltecos, etc. Cada uno tiene una historia, colectiva en el sentido de que la emigración es así, y singular porque las razones difieren y las características también. Cuesta más a un centroamericano llegar a los Estados Unidos que a un mexicano; más a un chiapaneco que a un duranguense, en tiempo, dinero, martirio a veces. Ni hablar de los bolivianos con la distancia que nos separa del supuesto paraíso. Pero, a pesar de las dificultades me sorprende que la gente vaya y venga, que persista -felizmente- en sus lazos originarios.
Asombra asimismo que incluso con el gobierno norteamericano construyendo muros, con vigilantes voluntarios a lo largo de la frontera sur, redes computarizadas de observación y sinfín de tecnología digna de ciencia-ficción, los inmigrantes regresan y retornan: a una fiesta en Parral, a ajustar cuentas familiares en Guerrero, a comprar unas vacas en la sierra oaxaqueña... Parece burla porque una detención por la patrulla fronteriza no concede a ésta victoria. Sé de muchos que detenidos cruzan los puentes para ya al día siguiente marchar camino de las ciudades gringas, con nombre cambiado si se necesita. No extraña que la presidencia mexicana elogie la valentía de aquellos ciudadanos que arriesgándolo todo se lanzan no a una mejor vida pero sí a un mejor dinero, del que se benefician los suyos y, sobre todo, el país receptor.
Hasta el más humilde repartidor de periódicos, nacido en el gran sur pobre, alienta una esperanza, quizá un sueño, y envía los dólares que gana a los que quedaron atrás, casi siempre esposa e hijos. Les aconsejan invertir el dinero, abrir una tiendecita o una pulquería, esperando el momento en que ellos también vengan y expandir con ello el alcance de lo ganado no a una sino a dos familias esta vez, del hombre y la mujer. Una red que se agiganta con estos minúsculos hilos, que se convierte, en países como El Salvador, en el mayor ingreso nacional.
Bolivia no está lejos. El dinero que llega al país de las ganancias en Estados Unidos es extraordinario. Ayuda a preservarlo. Habría que ver en qué quedaría la nación y sus vocingleros políticos si se cortara de pronto el flujo de dinero del norte, más el de las limosnas a las que nos acostumbramos hace mucho. ¿Sería el caos? Tal vez no quedaría otra que ponerse a trabajar. Un interesante elemento es aquel de que son los menos pudientes los que más ayudan a los suyos. Monedas conseguidas con esfuerzo que nutren la existencia de otros en casa.
5/12/05

Publicado en Opinión (Cochabamba), diciembre 2005

Imagen: Caricatura en El Jicotillo (Revista de análisis político), México

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