Thursday, March 10, 2011

Mayo del 68/MIRANDO DE ARRIBA


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Ha quedado en el mito, el mayo francés.

1968. Poco se puede decir de entonces que no se haya dicho ya. Recuerdo una muy vieja entrevista, a la entonces Bianca Jagger, donde describía sus amores en medio del desbarajuste, con algún dichoso y ocasional revolucionario en París.

Se copian y repiten los graffitis que poblaban los muros. Algunos se hicieron axiomas, otros son verbo predilecto de los intelectuales de siempre ¿Y la revolución? Bien gracias; allí quedó como un decorado irreverente de todo lo que el capitalismo absorbió.

De Daniel Cohn Bendit decía Federica Montseny, de la FAI española, que era practicamente un muchacho y que lo suyo eran jugarretas de niño caprichoso. Quizá el tiempo le dio la razón. Cohn Bendit no es más Dany el Rojo, porque hoy le conviene más ser "verde" y porque hay más espectáculo y mejor paga en ser miembro del parlamento europeo que vivir como paria obnubilado por un pasado que tal vez no existió.

No hay intención de desprestigiar al Mayo francés, que tuvo sus altibajos y cuya memoria, como todo lo perecido, es, por lo general, de nostálgico beneplácito. Cierto que en París 68, como en Praga, se formó un núcleo de políticos que hoy atienden oficina en la exitosa Comunidad Europea. Menos suerte tuvieron los estudiantes mexicanos de Tlatelolco; ellos pertenecían al Tercer Mundo.

La revolución, al igual que el amor, luego de un instante de gloria se anquilosa y muere. Octubre de 1917 nos deja el hambre de unos cuantos días de frugalidad venturosa. Luego viene Lenin, con su risita de mujik perverso, y comienza a desenvolver el ovillo del terror. Stalin no es otra cosa que un educado discípulo, carente de la capacidad inteligente de Ilich, pero más audaz y menos teórico. Octubre de la revolución rusa envejece de inmediato y cuando se reprime, el año 21, a los marinos de Kronstadt, pierde su verosimilitud.

Por eso, por aquel devenir impreciso pero tajante de la historia, el mayo parisién se esfuma y hasta se evade de cualquier importancia concreta.

Lo recuerda Bianca Jagger. Lo recuerdan los artistas. Cohn Bendit seguramente también. Y seguramente se alegra porque la vida le enseñó a ser político, que gire a veces a la izquierda y a veces al otro lado. Tanto ha pasado y tanto ha de pasar. Y cada vez es más difícil sonreir. Los graffitis se han borrado. Ya ni los muros quedan.
12/05/08

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Publicado en Opinión (Cochabamba), mayo 2008

Imagen: Daniel Cohn Bendit en un afiche de la época

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