Friday, July 30, 2010

La guerra eterna/MIRANDO DE ARRIBA


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Ya no se piensa en el número de muertos que la guerra iraquí ha traído. De pronto, para un público grande en Norteamérica, sus cuatro mil muertos representan el detalle de un error. Más importantes -aunque ligados al conflicto- son los problemas del precio de la gasolina, el alza indiscriminada de los productos de primera necesidad... Y sin embargo el idiota, ya saben quién, sigue pidiendo dólares para continuar una guerra que sólo benefició a él y a sus amigos.

A pesar de que el país está en un declive peligroso, el porcentaje de los millonarios ha visto triplicados sus ingresos. La conjura de los ricos está dando resultados asombrosos para sus bolsillos; la lástima es que no tendrán ya un país para disfrutarlo.

Las bajas norteamericanas aún son pequeñas en comparación a las sufridas por los ingleses en 1920, en Iraq. Entonces los flemáticos y afeminados británicos (excelentes soldados, sin embargo -si hay excelencia en ello-) perdieron el doble de combatientes.

Esa angurria por apoderarse de los recursos naturales de otros países, tan cara a los Estados Unidos, ya no es como en los buenos tiempos idos. Ahora Bush y su séquito peregrinan hacia La Meca como simples mendigos a solicitar dádivas del rey. En Riyad se juegan los destinos de Norteamérica y no en Washington. El presidente del poderoso país agacha la cabeza cuando le conviene, tanto que hoy anda de manos con Khadafy, pensando en el fabuloso gas que atesora Libia en sus entrañas. No será raro que en un tiempo dado vaya dándose de besitos con Chávez, quien, de acuerdo a su inteligencia y su criterio hablará de jalones de oreja aquí, y jalones allá, porque él, como Evo, y como Georgie son todos una sarta de niños traviesos (les encanta serlo).

Los religiosos norteamericanos predicen el fin del mundo cada vez con mayor frecuencia. Tsunamis, terremotos y etcéteras les muestran que la hora del juicio va llegando. Esos mismos adivinos de la medianoche son los puntales de la administración Bush, los propulsores de esta tardía "cruzada". Dueños de muchos canales televisivos arrojan su descompostura sin asco hacia un público ávido de pornografía religiosa. Defienden a Israel a rajatabla y no cesan de matar en el mundo entero, en nombre de Dios. Extraños cristianos que dependen de la judería -un emblema nacional- y se desviven por nutrirse de actos de guerra, válida desde su punto de vista si está dirigida a "infieles".

Se proyecta la construcción de un gigantesco nuevo presidio en Afganistán. ¿Quién estará lucrando con el proyecto? ¿Cheney? Ya lucra bastante con los caídos en Iraq.

¿Pondrá alguien coto a los desmanes? ¿McCain, Hillary, Obama? Lo dudo. Todos están lavados en las mismas benditas aguas de una estupidez casi congénita.
19/05/08

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Publicado en Opinión (Cochabamba), mayo 2008

Imagen: Leonora Carrington/Sinister Work, 1973

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