Tuesday, July 20, 2010

Rodeado de cine/MIRANDO DE ARRIBA


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Despertar la mañana en que uno tiene libre, en que no hay -hoy- la dura aunque exquisita necesidad del trabajo, y ponerse a mirar una película podría parecer incorrecto, inmoral, burgués, ajeno a los deberes plurinacionales de la tierra allá lejos, pero francamente no importa. El instante en que de un sueño sin control se pasa a uno escogido (en la pantalla) con racionalidad reinventa la inercia, mas no en mal sentido. ¿Qué tuviste de desayuno preguntan? Cine, y después cine, tanto cine que asume rivalidad con los libros.

A las cinco y media miraba los periódicos bolivianos. No deseo el desdén de siempre leer lo mismo, más de lo malo, pero así sucede. A todos les ocurrirá con sus respectivos países, y de seguro es normal. Pero ya que hablo de divas prefiero ver las realidades de una que sí lo fue, y con los atributos femeninos que la actriz Angela Molina pone en ecran en el papel de La Bella Otero (que María Félix reencarnó en 1954), y no los de quienes sabemos..., que para divas bastan y sobran bellezas de mujer.

Supongo, porque la agarré ya comenzada, que pasaban la versión de José María Sánchez (1984) hecha para televisión y que desarrolla la afrenta que fue la vida de la cantante, bailarina, cortesana gallega Agustina Otero, que salida de la oscuridad del pobre llegó a la cima del rico para desencantarse por un lado y nutrir su melancolía por el otro, a tiempo de envejecer. Historia de amor pero también de independencia, desfachatada como "El arte de las putas", de Moratín, y directa en desenmascarar la perenne estulticia del macho, príncipe o no.

Seis de la mañana con cine, sin tiempo siquiera para el café, ya frío porque nunca se calentó. Silencio. Los niños mexicanos duermen, y extrañamente las madres no están gritando.

Intento durante la semana hacer una retrospectiva de los clásicos de Disney que compré en devedés piratas de Cochabamba, algunos a pedido. Cuesta retornar a la inocente inquietud de la infancia, cuando Cenicientas y Bellas durmientes, junto a Pinochos y reyes Arturos jóvenes y algo tontos, llenaban el inmenso e intenso espacio de la imaginación de entonces. Sirve de mucho remozarse, obviar por instantes el martilleo febril de senadores y diputados analfabetos que rebuznan en el noticiero.

Lunes otra vez, como en la canción de Sui Géneris. Pero escogí quedarme en casa, con Emily que lee "Los Miserables", Alicia que habla de "Inception", y Ligia que cuelga del muro una máscara funeraria de los negros muertos de Africa.
19/07/2010

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Publicado en Opinión (Cochabamba), 20/07/2010

Imagen: Alexander Calder/Cinema, 1972

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