Tuesday, November 2, 2010

El Cha de Persia/MIRANDO DE ABAJO


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Reza Pahlavi era el Sha. Evo Morales el Cha. Si no hay títulos, hay que inventarlos para el racista mentecato que se considera rey del mundo.

Pero me pregunto si se animó a declarar en Irán las sandeces que dice en otros lados: que los aymaras derrotaron a Roma y estupideces como las que solía permitirse Georgie Bush. Ojalá lo hiciera porque el público persa tiene derecho a saber que los fastuosos mosaicos azules de Isfahan son copia de los mosaicos de Orinoca, y que en la austera tumba de Ciro el Grande pueden verse cabezas de llama y jeroglíficos de la perdida escritura aymara sobre cuyos textos copiaron los acadios el Gilgamesh y los judíos los rollos del Mar Muerto. Desconocen ayatolas y demás barbados que el imberbe del Ande tenía a Tamerlán como mesa de noche (criado-mudo le dicen en portugués) y que las huestes de Gengis Khan no eran otras que originarios de Pazña tratando de "entrampar" a los rivales chinos.

Qué pena la ignorancia de este mundo, la de los hebreos sobre todo (los ortodoxos) que siguen esperando al Mesías cuando ya se vieron en Tiwanacu, y lo puede corroborar Eduardo Galeano, los cielos abiertos para dorar de luz al vástago de la Pachamama, cargando en sus manos malas copias de ficticios bastones de mando y un vestido que no desdecía su gusto pero cuya historicidad era más que remota. El Mesías ya está, ya es, con mayor precisión, y de ahora en adelante el universo debe marchar en armonía, aunque aún le resta a Su Excelencia la fatigosa labor de exportar su divinidad a las galaxias donde de seguro habrá descendientes de aymaras que viajaron por las estrellas incluso antes de que estas existieran.

Ahmadinejad debiera arrodillarse y no perderse en besos no dados y palabras no dichas cuando se miran arrobadoramente con el presidente de los hombres. Evo no podría aceptar el título de Sha, porque sería jugarle al capitalismo y rodillear a su pueblo que se extiende desde el Golfo de Omán hasta Tabriz. Por eso, y recordando las onomatopeyas de su otro pueblo aymara, aceptará el mote de Cha, e inspirará un recordatorio para su febril sirviente ya fallecido, el Khomeini ese, que pasó después de París y antes de Teherán a recabar sabiduría de los amautas de Chijini para iniciar su revolución. Y esperamos, nosotros periodistas sin trabajo, su decreto inmediato en que convertirá al Corán en K'oran para añadirle el tono nativo que merece ese librito que todavía no ha pasado por la censura de los letrados, filósofos, numismáticos, filatélicos aymaras que en este momento ocupados están emborrachándose con el Gran Visir, Fidel Surco, en la última ¿o la primera? de las mil noches del Huevo.
26/10/2010

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Publicado en EL DÍA (Santa Cruz de la Sierra)
Publicado por Semanario 1 (Santa Cruz de la Sierra), 17/11/2010

Imagen: La inteligencia artificial no es rival para la estupidez natural

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