Monday, November 8, 2010

La lección de Víctor Serge/MIRANDO DE ARRIBA


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Considero necesario aceptar que los tiempos cambian y que no nos podemos regir por ortodoxias. La aparición del indigenado como fuerza política de importancia es algo que la historia no podía negar más. De nada le serviría a Lenin revolver su intrínseco odio por el campesinado, ni a Marx refrescar su crítica del bolivarianismo de entonces. Los tiempos avanzan y aunque Giovanni Papini ponga en boca de Lenin las palabras "un obrero vale por diez mil campesinos", nada podrían hacer ante una dinámica que además de esperada es justa.

No se critica del régimen actual el logro de haber introducido a este numeroso grupo humano como actor y artífice de los posibles cambios que tienen que efectuarse en el país... si nos queremos valorar como lo que en verdad somos. No. La crítica está en la acentuación innecesaria de una cabeza, un líder que apoderándose de las aspiraciones y el poder potencial de ellos, desee convertirse en amo universal, semi-divino, sin quien no hay transformaciones. Eso es aceptar la esclavitud, el paternalismo de 500 años, patrones de conducta y comportamiento cuyo fin es mandatorio.

Hay cierta intranquilidad, a veces diría hasta estupor, en las masas que de pronto ven que el ancho camino era para todos y no sólo para unos privilegiados. La ignorancia obligatoria que el régimen social ha puesto de impronta en los pobres ayuda a eso; pero el liderazgo en las masas es espontáneo; la historia tiene de sobra ejemplos. De lo que hay que prescindir es de los dirigentes, del verticalismo atávico, de la falsa representatividad de los vagos y los corruptos. Las masas campesinas, y obreras aunque ya nadie habla de obreros en Bolivia, deben crear sus propios soviets, democráticos y horizontales, para impedir que cualquier advenedizo o sindicatero profesional pervierta las posibilidades de progreso.

El problema no está en la revolución, sino en los "revolucionarios". Y ahí retomo al lúcido Víctor Serge, que anota con detalle, en qué momento Rusia pisa en falso. Denuncia la ambición y el segregacionismo, la burocracia y la corrupción, "las pruebas constantes de conformismo, de total obediencia, de servilismo hacia los dirigentes". El entramado mefistofélico que va tejiendo la reacción estalinista para deshacerse de sus adversarios. La insurrección se torna en juego de poder, la revolución en política y, tras esos pasos, sólo queda un yermo donde perecen los que piensan y sobreviven los que callan, mientras el pueblo, cuyo movimiento es el que produce la explosión, se acurruca de nuevo y esconde la cabeza como ayer.
17/05/09

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Publicado en Opinión (Cochabamba), mayo 2009

Imagen: Portada de Memoires d'un revolutionnaire et autres ecrits politiques ; 1908-1947, de Víctor Serge

2 comments:

  1. Esencialmente corruptibles, he ahí el problema que parece no tener solución. Excelente reflexión, querido amigo.

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    1. Un drama ampliamente compartido en nuestra tierra, Jorge. Abrazos.

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